Hay un toque de distinción que recibirá la provincia de Buenos Aires a partir de la llegada de Gabriel Mariotto al seno del gobierno bonaerense. Es un matiz especial que seguramente, en el plano de lo acordado por quienes tienen en su manos la conducción estratégica del proceso político, no es casual, puesto que confirma la impronta que el gobierno nacional pretende darle al conjunto de las organizaciones políticas que conforman el espacio kirchnerista.
Algunas interpretaciones destacan que su llegada, en primer término, constituye un premio a la tarea política desarrollada en el seno de la Secretaría de Medios de nación. Otras visiones entienden que se trata de un reconocimiento al trabajo desarrollado en el diseño y elaboración de la nueva Ley de Medios. Los datos son reales, o por lo menos suenan verosímiles en el campo de las especulaciones políticas, aunque no definitivos si los lectores atentos consideran su arribo a la gobernación como la posibilidad de ampliar las bases de sustentación del kirchnerismo puro.
Mariotto, se sabe, es un militante territorial de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Fue responsable de dirigir los destinos de la unidad académica que lo formó en esa universidad pública (la carrera de comunicación) y un militante de la comunicación popular de fines de los 80 y de la década del 90. Se trata de un cuadro universitario formado al calor de las corrientes de comunicación que teorizaron fuertemente la problemática de los medios masivos en América Latina. Y hoy uno de lo interpretes, desde le punto de vista de la gestión política, de la orientación y el rumbo que ha tomado el país en los últimos años.
Defendió a capa y espada la Ley de Medios, un proyecto que para muchos funcionarios del gobierno nacional significaba un hierro caliente imposible de tocar. Lo hizo en foros propios y ajenos. En los lugares de mayor exposición, donde la rabieta de la oposición intentó ningunearlo hasta el hartazgo. Y ahora llega a la provincia con el compromiso, así lo ha expresado públicamente, de atender las demandas territoriales.
Sabe del conurbano profundo. Allí descansan, a la espera de resoluciones, una multiplicidad de conflictos de índole variada, pero que son la expresión del paso de una época oscura desde el punto de vista político y económico.
Con la devolución del crédito a la política, Mariotto tendrá la tarea de fortalecer y profundizar el modelo en el más amplio de los sentidos: el económico, el político, el cultural. El cambio de época así lo requiere, pero también lo demandan distintas expresiones políticas a la espera de pensar en los herederos de este proceso singular y significativo, ahora que las cartas están echadas y Cristina gobernará hasta el año 2015.
Mariotto, como parte de las nuevas generaciones de dirigentes del campo nacional y popular, tendrá la encomiable tarea de resignificar la doctrina de los nuevos tiempos. Quizás con una relación más cercana con los medios de información, menos parca que la de Scioli, más proclive al diálogo abierto y sin temor al debate. Aunque muchos no lo vean, Mariotto está en condiciones de dar a la provincia, más de lo que la gente misma imagina. Energía renovada, Mariotto asoma con la vitalidad de los nuevos tiempos y con la claridad suficiente para interpretar y diseminar los cambios necesarios que la política requiere. Su tarea será la de construir.