Por Osvaldo Drozd
El debut de Mauricio Macri en el escenario internacional, no fue como él lo esperaba. No midió que la participación en una cumbre de presidentes, en este caso del Mercosur y socios, no es lo mismo que ir a la mesa de Mirtha Legrand, en donde se pueden vociferar algunas perogrulladas ideológicas y la señora junto al resto de los comensales (invitados a su medida) le hagan un coro de adulaciones.
Dijo Macri en el Mercosur «Pido por la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela. No puede haber persecución ideológica». Antes de asumir como presidente había dicho que iba a pedir la suspensión del país caribeño del mercado común, cosa que después retrotrajo. La respuesta de la canciller venezolana Delcy Rodríguez fue contundente: “Señor Macri, usted está cometiendo actos de injerencia sobre los asuntos de Venezuela, usted está defendiendo a Leopoldo López expresamente, defendiendo la violencia política, porque fueron usadas hasta bazucas en las manifestaciones durante el año 2014 en Venezuela”, dijo, agregando luego que “en Venezuela existen poderes públicos independientes que deben ser respetados con la comunidad internacional, si es que realmente respetamos los principios que fundamentan los principios del derecho internacional público, como la no injerencia en los asuntos internos, la autodeterminación de los pueblos y la igualdad soberana de los Estados”. También invitó al diálogo sincero en el tema de los derechos humanos (DDHH): “Si vamos a hablar de DDHH de forma franca como lo pidió el presidente Macri, tenemos que hacerlo sin doble moral. No podemos hablar de DDHH para defender a los violentos causantes de terrorismo y para penalizar o criminalizar las protestas sociales”.
Lo que Macri obvió, y seguramente no por desconocimiento es que Leopoldo López, presunto preso político, en su expediente figuran: instigación a delinquir, intimidación pública, daños a la propiedad estatal y homicidio intencional calificado. El presidente argentino llegó a una instancia multilateral con los mismos brincos con los que lo hacía el ex presidente colombiano Álvaro Uribe. No está de más recordar que el actual mandatario colombiano Juan Manuel Santos enrolado sin dudas en un perfil ideológico de derechas, entendió perfectamente cómo debían ser las relaciones entre países vecinos, y rápidamente restableció la diplomacia con Venezuela y Ecuador, y se sumó al bloque suramericano con verdadero espíritu de confraternidad. La famosa “confrontación” y división de los argentinos que Macri le reprochara al gobierno saliente, es pareciera lo que él lleva al escenario internacional.
Lo que se espera en la Argentina es que los dichos del presidente de que no haya “persecución ideológica” se cumplan. No sea cosa que algún mandatario pida luego que la Argentina sea excluida del Mercosur.