Walter Barboza
Mientras amplios sectores de la población, soliviantados por una prensa que parece gozar con el dolor del otro, se dedican por estas horas a desvalorizar el sentido transformador de la política, un sin número de militantes políticos, organizaciones sociales, voluntarios anónimos y vecinos en general, han demostrado coraje y capacidad de organización para dar una respuesta a una situación que, a las claras, superó por completo la logística y la infraestructura del municipio platense.
Algunos periodistas, haciendo uso de la vieja tesis de cuanto peor mejor, montaron guardia para denostar a aquellos sectores juveniles que colaboraron fuertemente y con decisión para ayudar en la desesperación. Fue el caso de los militantes juveniles de La Cámpora que coordinaron las tareas de asistencia desde el edificio de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Sin embargo para ellos hubo poca prensa. Quizás eso, en cierto modo, justifique el enojo del Diputado Nacional Andrés Larroque con el periodista Juan Micelli, a quien luego de que éste le preguntara por qué razón usaban los chalecos de La Cámpora, Larroque con dureza lo invitó a sumarse a la tarea solidaria en esa Facultad.
Si la pregunta de Miceli resulta pertinente, o no, sería anecdótico si no fuera porque fue enunciada desde el canal estatal que, se supone, debería balancear el discurso dominante que cuestionó al estado por su supuesta ausencia. Miceli derrapó no por una impertinencia, sino por el contexto elegido para hacer esa pregunta. Hacía tres días que los militantes de esa agrupación estaban trabajando silenciosamente en el edificio Néstor Kirchner, sin que eso trascendiera en ningún medio. Solo el programa 7.0, que conduce el dirigente Luis D’ Elía y Leonardo Cofré, o el programa matinal de Radio Nacional, conducido por Cintia García, entrevistaron en el momento más crítico a Larroque. En sendos reportajes, Larroque había contado que había militantes juveniles y voluntarios que hacía tres días no dormían tratando de ayudar a la gente.
Sin embargo el trato no fue igualitario. Cuestionaron fuertemente los símbolos de los chalecos, pero no hicieron lo mismo con el resto de las agrupaciones estudiantiles, o partidos políticos de distintas extracciones, que trabajaron (y trabajan) en las tareas de asistencia. Mucho menos criticaron a dirigentes, como Elisa Carrió, que se pavoneaban por los medios de alcance nacional señalando los déficit del estado para atender las situaciones de emergencia, sin que se les moviera un pelo por arremangarse y estar donde el territorio lo reclama.
Tampoco pusieron en valor, la tarea que distintas organizaciones sindicales desarrollaron para colaborar son sus afiliados. La CTA en la provincia de Buenos Aires, conducida por el docente Roberto Baradel, contribuyó en la campaña de ayuda. En su sede de calle 6 entre 47 y 48, los sindicatos de esta central embolsaban ropa y mercaderías para llevar a los barrios más necesitados. Baradel hizo un gesto noble a Scioli y el gobernador se lo devolvió respondiendo que en breve volverán a discutir salarios. Un tema clave para el normal funcionamiento de gran parte de la provincia de Buenos Aires.
Este cronista fue testigo directo de cómo los miembros de la conducción de la Asociación Judicial Bonaerense de La Plata (AJB), acercaba ayuda al padre de un afiliado. El hombre había perdido todo y tuvo en el interior de su casa 1,90 de agua. A pocos metros de allí, una vecina de este afiliado judicial, contó que su sindicato, la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN), la estaba ayudando. El Sindicaro Argentino de Televisión (SAT) también está diseñando estrategias para ayudar a los afiliados de ese gremio castigados por la lluvia. No es cierto que la política esté ausente en estos momentos de dolor. Siempre es más fácil amplificar la tragedia y el insulto fácil, que adentrarse en el entramado fino de la realidad. Una colega, que tuvo que asistir como pudo a su hermana, en el medio de la crisis trabaja para difundir los centros de ayuda que dispuso el partido Nuevo Encuentro (El Tranvía publicó esa información). Distintos centros culturales, como “El Clu” de Berisso, desde el mismo día de la tragedia convocó a los jóvenes del barrio para ayudar a la población platense. Los gobiernos nacional, provincial y municipal anticiparon distintos mecanismos para contribuir con los distintos sectores afectados por la lluvia. Subsidios, incrementos en la ayuda social, créditos blandos, serán implementados en los próximos meses para ayudar a recuperar económicamente a la región.
La lista de la militancia política y cultural, que en estas horas trabaja por los demás, sigue y se extiende por La Plata, Berisso, Ensenada, el gran Buenos Aires y el conurbano bonaerense. Sólo que tiene narradores que desde el punto de vista comunicacional se encuentran en desventaja frente a la potencia discursiva de las grandes empresas.
La tragedia augura escarmientos. Ya tiene sus voceros en la prensa crítica. También sus intelectuales orgánicos, los que con una voz supuestamente autorizada narrarán los argumentos necesarios para decirle a la población cuál es el camino que sigue. Mientras ello pasa, los que verdaderamente creen en una sociedad con equidad le quitan horas al sueño para trabajar por los demás.