Se dijo de todo para denostar al candidato del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, por el resultado obtenido en las elecciones de la provincia de Santa Fe. Ninguneado hasta el hartazgo, Rossi indeleble, y dando muestras del coraje necesario para la ocasión, se responsabilizó del resultado; resultado que los voceros del establishment concentrado no dudaron en calificar como derrota. Ahora bien, ¿Se puede perder algo que no se tuvo? En todo caso deberíamos reparar en quién, de los candidatos, fue el perdedor en esta contienda. Más perdieron los candidatos del oficialismo santafesino que, por un momento, vieron tambalear el proyecto de gobierno provincial de los últimos años cuando el ex Midachi se regodeaba ante lo que la derecha “Proneana”, creía, iba a ser un triunfo seguro.
Todos contra la crispación, o contra su representante en la Pampa Gringa. Agustín Rossi en los últimos años debió soportar todo tipo de agravios, insultos y escraches, sin que ello significara para sus promotores la necesidad de pedir disculpas públicamente o hacer alguna referencia autocrítica por la acción de algunos de los militantes de la sociedad rural.La desmemoria de protagonistas, actores sociales y medios de información, poco recuerda de los rodeos a la casa de Rossi en épocas en las que se discutía la resolución 125 de retenciones al agro; o los aprietes, en un gesto de verdadera cobardía, que le propinaban en cuanta visita hacía al interior de su provincia.Debería recordarlo, incluso, el propio Bonfatti, que ahora se desasna con definiciones que cuestionan “el pensamiento único”, pues su fuerza política supo acompañar -con algunos matices- la resolución 125 impulsada por el gobierno Nacional o el apoyo a la Ley de Medios de la democracia.Las definiciones políticas, y fundamentalmente las ideológicas, no deberían estar condicionadas por miradas sesgadas. Vale recordar que ambos proyectos fueron fuertemente discutidos y debatidos por los legisladores nacionales de ambas cámaras, en un claro gesto del gobierno nacional de hacer uso de la discusión de sus proyectos en el marco de la racionalidad política.
Tal vez Rossi no haya podido incrementar el piso que en los últimos tiempos el FpV viene obteniendo en esa provincia, pero no es su entera responsabilidad. Operan allí otros intereses que se mezclan y confunden la claridad de los procesos políticos. Rossi es coherente con lo que dice y piensa. El socialismo retrocedió unos casilleros frente a la figura del Midachi. El peronismo ortodoxo y de derecha hizo de las suyas, o lo mejor que sabe hacer cuando un proyecto de carácter nacional, con claras definiciones políticas, con aportes de corrientes ideológicas provenientes de distintos espacios, y que se piensa como un proyecto de desarrollo con inclusión y distribución equitativa del ingreso, se consolida: retacear, mezquinar, operar para que las cosas marchen hacia atrás o en el sentido opuesto al que la historia marca.
Santa Fe no es la experiencia, sino una experiencia. De este resultado habrá que sacar conclusiones que permitan leer con claridad el panorama que se viene. Separar la paja del trigo, poner blanco sobre negro, leer los medios entre líneas, y complejizar en las simplificaciones. Como dice Juan Carlos Baglietto, vaya paradoja, “es la tarea, es la tarea”.