Reprimir la protesta social, lejos de acallarla, la potencia. Los reclamos no son el invento de infiltrados encapuchados y violentos, sino un conflicto de intereses existente, que debiera tener respuestas efectivas para que no se torne explosivo. El conflicto social debiera ser administrado, sí fuera verdad que se desea resolverlo. El límite extremo de la represión, bien lo sabemos fue el terrorismo de Estado, el intento de aniquilamiento de una de las partes de la sociedad. Esa parte oscura de nuestra historia reciente.
Las imágenes que llegaron desde Córdoba son patéticas, y hacen pensar por qué las fuerzas de seguridad tienen mayor efectividad y ganas de actuar en estas acciones, que combatiendo al delito. La responsabilidad política del gobernador De la Sota insustituible.