La fecha fue establecida por la ONU para reafirmar la importancia de monitorear la actividad de los objetos cercanos a la Tierra y predecir posibles colisiones
Los asteroides son residuos rocosos repartidos en nuestro Sistema Solar que guardan en sí mismos información muy valiosa para entender cómo se formaron los planetas. Hay más de un millón de ellos cuyas órbitas aún no han podido ser determinadas por los expertos de todo el mundo. Estudiarlos es importante para comprender esos procesos, y para «tener un análisis detallado y llevar el seguimiento de aquellos que están más cercanos a la Tierra y son sus potenciales impactores», según explica Gonzalo de Elía, investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Astrofísica de La Plata (IALP, CONICET – UNLP).
El 30 de junio de este año, y por primera vez, se celebra a nivel mundial el Día Internacional de los Asteroides por iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) mediante una resolución de diciembre pasado. El objetivo de la conmemoración es sensibilizar a la opinión pública acerca de los riesgos que implicaría el impacto de estos cuerpos contra la Tierra.
La fecha no fue elegida al azar, sino que recuerda el impacto que tuvo lugar en la región de Tunguska, en Siberia, Rusia, el 30 de junio de 1908. «En aquel evento, un objeto de aproximadamente 60 metros de diámetro detonó en la capa inferior de la atmósfera derribando e incendiando árboles en un gran área de bosques», cuenta Romina Di Sisto, investigadora adjunta del CONICET en el IALP. «Cada un millón de años se puede esperar el impacto de un asteroide de un kilómetro de diámetro, que provocaría grandes devastaciones y, cada 100 millones de años el de uno que ronde los diez kilómetros de diámetro. Algo así probablemente provocó la extinción de los dinosaurios», agrega.
La experta puntualiza que «están distribuidos por todo el Sistema Solar pero en su gran mayoría se concentran en un cinturón entre las órbitas de Marte y Júpiter. En general son rocosos, algunos metálicos, y los más alejados del Sol son ricos en agua, materiales volátiles y carbón. Chocan con la Tierra todo el tiempo: regularmente se detectan explosiones producidas por pequeños objetos que impactan contra la atmósfera superior. Son hechos comunes y ordinarios. Es razonable esperar que un asteroide de aproximadamente cuatro metros de diámetro entre en la atmósfera una vez por año».
En su resolución, la ONU «reitera la importancia del intercambio de información para descubrir, vigilar y caracterizar físicamente los objetos cercanos a la Tierra» que sean potencialmente peligrosos, a fin de asegurar que todos los países, en especial aquellos en desarrollo «con capacidad limitada para predecir y mitigar el impacto de uno de esos objetos, tengan conocimiento de las posibles amenazas». En el mismo sentido, pone de relieve «la necesidad de desarrollar la capacidad para una respuesta de emergencia y una gestión de desastres eficaces en caso de impacto».
Nombres curiosos
En el Sistema Solar orbitan asteroides que fueron bautizados con los nombres de personalidades que no necesariamente pertenecen a la comunidad científica. Es así que existe el denominado Elvis, en homenaje al cantante estadounidense Elvis Presley, o los conocidos como Lennon, McCartney y Harrison, por tres de los míticos integrantes del grupo inglés The Beatles.
Con referencia a los argentinos, los hay, entre otros, con el nombre de los próceres Domingo Sarmiento; José de San Martín; y Manuel Belgrano; cinco que recuerdan a Eva Perón – como Evita, Abanderada y Descamisada, por ejemplo –; y uno que inmortalizó a la estudiante de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) Ana Teresa Diego, desaparecida durante la última dictadura cívico militar.
También están los que reconocen a prestigiosos astrónomos argentinos, tal el caso de Jorge Sahade, el primer latinoamericano en ocupar la presidencia de la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) entre 1985 y 1988, y a instituciones de ese campo de investigación: el Centro Astronómico «El Leoncito» (CASLEO, CONICET – UNLP – UNC – UNSJ); el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, CONICET – UBA), y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
Hace unos meses, el Centro de Planetas Menores (MPC, por sus siglas en inglés) dependiente de la IAU designó la nomenclatura de seis asteroides en homenaje a sendos investigadores del CONICET que realizaron importantes aportes en el campo de las ciencias planetarias.