Uno de los países más tranquilos de Europa ayer fue sacudido con un doble atentado terrorista, que se realizó de manera casi simultánea en las primeras horas de la tarde nórdica.
En la capital Oslo, a partir de la acción de un coche bomba detonó una fuerte explosión, que resonó en la oficina del tabloide noruego VG (el más leído de este país) ubicada cerca de la sede del Gobierno de Noruega. El primer ministro Jens Stoltenberg quedó ileso, porque no se encontraba en su oficina en el momento del siniestro. Dos horas más tarde en la isla de Utoya, al sur de Oslo, un sujeto baleó un campamento de jóvenes militantes laboristas, presentándose primero como policía y luego pasando a acribillar al menos a 9 de los participantes de dicho evento.
El doble atentado de ayer, que el primer ministro Stoltenberg calificó como el crimen más grave vivido por Noruega desde la Segunda Guerra Mundial, causó alrededor de 30 heridos, entre ellos, 20 muy graves, según una fuente médica citada hoy por el diario Aftenposten.
En un primer momento todo indicaba que los atentados pudieran responder a alguna organización islámica, pero la detención del tirador del campamento, demostró que se trataba de un noruego de 32 años alineado a la ultraderecha, y con un perfil anti- islámico. La inteligencia del país nórdico no descarta, es más supone como necesaria la participación de más integrantes en estos atentados, y todo parece indicar que se podría tratar de un grupo neonazi, como los que ya vienen desarrollando redes tanto en Suecia como Rusia.
De esta forma, a uno de los bastiones del Estado de Bienestar europeo, le toca vivir momentos difíciles, en un continente donde la crisis económica que primero había llegado a Grecia, y luego se extendió tanto a España como Portugal, ahora también le está llegando a Italia. Obviamente no se trata de lo mismo, pero habría que ver si en la totalidad ambos elementos no se conjugan en una misma crisis.