El corso ya se transformó en Berisso en una muy sana costumbre. Al igual que en años anteriores el Centro Cultural El Clú, vuelve a realizarlo. Coincidente con uno de los feriados de Carnaval, el próximo lunes 16 de febrero tendrá lugar la presentación de murgas, batucadas y candombe. La cita es a las 19 horas, en 159 entre 11 y 12, aunque un par de horas antes habrá actividades para los más chicos, con payasos incluidos. Obviamente habrá mucha espuma para celebrar durante la Fiesta de Momo, pero especialmente la posibilidad para los vecinos de ganar el espacio público para festejar colectivamente.
Si bien las fechas del carnaval están relacionadas con la cuaresma cristiana, hay que señalar que el carnaval es una de las festividades ancestrales más importantes de gran parte de la humanidad y está extendida a lo largo de casi todas las civilizaciones. Las fiestas de Baco en la Antigua Roma propiciadas por el que también era el dios del vino.
Es probable que el disciplinamiento social, la rutina y la obligación de cumplimiento de las normas, haya hecho que en las distintas culturas sea fijada una fecha específica para el desacartonamiento, para liberar lo que todo el año se contiene. Esa es la probable génesis del carnaval, como ese espacio (físico y temporal) en donde es posible darles rienda suelta a todas las emociones y placeres que en otros momentos están vedados. La existencia de los disfraces abona la idea que detrás de una máscara, el ciudadano más “careta” puede soltarse.
Pero más allá de la historia del carnaval, y sus posibles razones culturales, en Berisso tenemos el nuestro, que si bien tiene rasgos de todos los carnavales, a su vez tiene rasgos específicos de la cultura de la ciudad y la región. Es nuestro carnaval, es nuestro corso, es principalmente de todos aquellos que diariamente laburan o estudian.
Como sociedad no estamos acostumbrados a ocupar el espacio público, tal vez lo veamos como privado aunque no lo sea, y de ahí que nuestros movimientos en ese espacio sean temerosos. La existencia de un centro cultural barrial es una de las principales apuestas para irrumpir en el espacio público. Tal vez a muchos eso no les gusta, los respetamos pero pensamos diferente. Desde el surgimiento a finales de 2002 de la murga “Silbando bajito” hay quienes se quejaron por los ruidos, sin escuchar el ritmo de los bombos. En un universo de televisores encendidos resulta muy difícil romper el cerco y meterse en lo cotidiano. Por eso seguimos reivindicando al Carnaval.