Hoy ni siquiera el lobby de las corporaciones, encabezado por la AEA, puede negar que la Argentina se encuentre en un proceso de crecimiento económico sostenido. La mayoría de los partidos opositores resaltan el crecimiento, algunos de ellos avalando la teoría del “viento de cola”, pero todos afirman que este factor no es compensado por ejemplo con la inclusión de la cual el gobierno se ufana, y por otro lado critican el supuesto estilo confrontativo del oficialismo. En verdad en estas críticas se esconden sus verdaderas intenciones, que son hacer gestiones compatibles con las corporaciones, y de esta forma dar marcha atrás en cuestiones como lo son la condena de delitos de lesa humanidad, para beneficiar a los socios civiles de la última dictadura. Papel Prensa, ADN de Marcela y Felipe son tan sólo algunos ejemplos, que a ellos les permite en el último tiempo fustigar a los organismos de DDHH como las Madres y las Abuelas.
Afirmar el crecimiento económico, pero negando los logros sociales en cuanto a inclusión, es el leit motiv de los opositores, cuando en verdad lo que cuestionan es justamente la distribución igualitaria de la riqueza. Ellos querrían modelos de crecimiento como el de Chile o Perú, donde a pesar de ello, las desigualdades se acrecientan. Digamos que esto, es propaganda invertida, es decir propongo más de lo que el gobierno ofrece, pero en verdad lo que daría, es mucho menos. Si se leen las declaraciones de la gran mayoría de los candidatos opositores, verán que este es un «lugar común».
En Berisso, parece que la misma lógica también desembarcó pero desde candidatos que supuestamente representarían más fehacientemente al gobierno de Cristina. Es así como hoy en plena campaña hacia las primarias, uno puede escuchar afirmaciones como: “El crecimiento económico es evidente pero el desarrollo social es una deuda pendiente”.