Fueron creados a mediados de la década del ochenta con la recuperación democrática. Tuvieron su época de esplendor, con la llegada de Eduardo Duhalde al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Y paradójicamente comenzaron a ver su lenta caída en el año 2004, en el marco de un proceso político que permitió la sanción de una ley que protege los derechos de la niñez y la adolescencia. Se trata de las denominadas “Casa de niños”, que nacieron con la función de atender las necesidades de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Es el caso de la casa “Alfredo Palacios”, que funciona en la calle 37 entre 120 y 121 de la ciudad de La Plata, y que fue parte de ese proceso. La misma pasó de tener una planta de entre 20 y 25 docentes y trabajadores, a reducirse a su más mínima expresión: cinco empleados, entre los que se incluye a los coordinadores de la institución. Un edificio totalmente deteriorado por la falta de mantenimiento: techos que se llueven, baños imposibles de usar y una reducción de la matrícula de chicos de 100 a 60 que ya casi no pueden asistir a la entidad.
Roxana Ronchetti, comenzó a hacerse cargo de la coordinación porque “luego de que se jubilara la última directora del establecimiento no hubo más nombramientos”. Hace falta personal, mejoras edilicias, pero fundamentalmente “sostener el proyecto por su importancia para la conformación de una sociedad mejor”. Lo mismo ocurre con el resto de las instituciones de estas características que están diseminadas por todo el territorio provincial. Lo curioso del caso es que además de cuidar de los chicos, que son llevados a la casa por padres que tienen que cumplir con sus obligaciones laborales, allí reciben apoyo escolar y desarrollan distintas actividades recreativas.
Para los trabajadores estatales “se trata del resultado de una política de ajuste no explicitada, pero que es claramente visible en este y otros ejemplos. Cabe citar el caso de los trabajadores de la imprenta que depende de la gobernación provincial, que en la década del setenta llegó a tener 1.200 empleados gráficos de los cuales hoy apenas quedan 250. Allí a comienzos de año los empleados reclamaban el nombramiento de los cargos vacantes que, incluso, forman parte del escalafón y por el envío de trabajo para llevar adelante la tarea de impresión. Cuestionaban que la gestión de Scioli, entregaba las grandes impresiones a terceros y que incluso un equipamiento nuevo, adquirido hace ya varios años, todavía no fue desembalado.