Es interesante leer una nota de Jorge Oviedo, publicada hoy en el diario La Nación, que lleva como título Una trampa para el futuro presidente. Allí el columnista hace referencia a lo que para él significa cierta encrucijada en relación a lo que plantea electoralmente el intendente de Tigre Sergio Massa, quien enfrentará al oficialismo, preservando ciertos condimentos del mismo. Según Oviedo, que hace hablar a un economista que no nombra, la preocupación de este último es «¿Quién va a querer hacer campaña diciendo que este modelo ya se volvió insostenible, que no cierra ni siquiera con inflación ni cepo, que el gasto público, además de ser groseramente ineficiente, ya es imposible de financiar?». Según el escriba de La Nación, nos encontramos ante la crisis de un modelo económico, al igual que sucedió a fines de los noventa con el modelo neoliberal, y por ende no caben los retoques. Oviedo solamente hace catastrofismo sin plantear alternativas. Valdría entonces realizar un diagnóstico al respecto.
Ayer el que escribe leía una entrevista que el portal español Mundo Obrero le realizó a la intelectual chilena Marta Harnecker, y hay una precisión de ella, que vale la pena subrayar. Ante una pregunta que le hacían con respecto a los movimientos progresistas de Latinoamérica, Harnecker expresaba que los mismos más que tener que ver con el socialismo, son movimientos de respuesta a la crisis del neoliberalismo. Ella se refería principalmente a las que considera las experiencias más avanzadas del continente: Venezuela, Ecuador y Bolivia, pero la caracterización podría ser extensiva de manera relativa a los otros países en los cuales todavía se conserva cierta economía mixta, es decir donde el Estado volvió a ser protagonista aunque se mantengan algunos elementos que se podrían considerar como lastre del neoliberalismo. Esta precisión vale para la Argentina y para pensar lo que hoy dice Oviedo en La Nación. El que escribe cree que no hay tercer camino, ni tampoco medias tintas que se sostengan en el tiempo, y eso es lo que tal vez esté en juego en la coyuntura política nacional. O se profundiza un modelo económico y social, que deje atrás la noche neoliberal, o se vuelve a ella. Obviamente que no se trata de declamación o de plantear consignas abstractas, sino de construir una relación de fuerzas favorable para que la profundización o la salida efectiva del neoliberalismo sea posible, y esto necesariamente debe traducirse en organización y construcción de poder popular. Ir más allá de un cierto modo de hacer política en la cual se conserva mucho de la despolitización creada durante el neoliberalismo, y en la cual la participación no resulta totalmente obvia. Bien decía el secretario general de Unasur, el venezolano Alí Rodríguez Araque, que hay que construir ese punto en el cual no haya posibilidad de retroceso.