Las elecciones del pasado domingo le dieron el triunfo al Partido Colorado, que gobernó 60 años Paraguay bajo la mano dura de Alfredo Stroessner (35 años) y continuó “en democracia” tras el derrocamiento del dictador en 1989. El Paraguay de hoy está lejos del de 2007, cuando un obispo desafió al partido-Estado y abrió paso a una novedosa y frustrada experiencia progresista en un país siempre gobernado por liberales y colorados, civiles o militares (el país más anticomunista del mundo, al decir de Stroessner).
Las elecciones de esta semana surgieron de un golpe de estado institucional que el 22 de junio de 2012. Ese día, en un juicio político exprés, Fernando Lugo fue desplazado del poder por el Congreso, en manos de los partidos tradicionales. No hubo grandes resistencias, ni de los sectores populares ni de él mismo: simplemente agarró sus cosas del Palacio de los López y se volvió a su casa. Una suma de errores, sumados a la debilidad crónica de la izquierda paraguaya, impidieron avanzar en algunas reformas que se había propuesto Lugo, como la realización de un catastro de las propiedades agrarias. El poder tradicional le bajó el pulgar e inició el camino para que liberales y colorados, los dos partidos que gobernaron históricamente el Paraguay se disputaran el poder sin la molesta presencia de la izquierda. Diarios como ABC Color se dedicaron cada día a mostrar los peligros de la influencia venezolana en la era Lugo. Y los errores continuaron: ni siquiera la situación de debilidad post golpe logró unificar sus escasas fuerzas. Así, los resultados fueron escuálidos para las fuerzas progresistas: el presentador televisivo Mario Ferreiro cosechó el 5,88%, el médico Aníbal Carrillo, apoyado por Lugo, 3,32% y Lilian Soto 0,16%.
¿Pero quién es Horacio Cartes, el hombre que la primera vez que acude a votar lo hace por él mismo y llega a la presidencia paraguaya? Acusado de ser uno de los operadores del golpe de junio, Cartes ha logrado comprar voluntades y construir un rápido armado político a partir de su fortuna, investigada por Estados Unidos según se revela en informes filtrados por Wikileaks. Allí se destapa que sus empresas fueron infiltradas por la DEA por supuesto lavado de dinero. Una de las acusaciones que pesan contra Cartes se vincula al narcotráfico. El diario O Globo de Brasil citó informes de la agencia antidroga de EEUU y reseñó que «Horacio Cartes comanda una gran lavandería para mafias de varios países, principalmente el Brasil». Cartes es propietario de varias empresas, como Tabacalera del Este S.A. y Tabacos del Paraguay S.A., además de dirigente deportivo y empresario ganadero y bancario . El diario Ea sostiene que Cartes está bajo sospecha de lavado de dinero desde el Banco Amambay, de su propiedad. El dinero habría sido generado por métodos ilegales, incluida la venta de narcóticos desde la Triple Frontera a los Estados Unidos, así como la venta de tabaco ilícito desde Paraguay a los Estados Unidos.
Los observadores de la Unión Europea observaron varias irregularidades, como la compra de votos, pero Paraguay no es Venezuela: no está en la mira del mundo. Y la compra de votos es parte de los “usos y costumbres” de la democracia corrompida por la clase política mafiosa, articulada con todo tipo de tráficos, dineros turbios y robos al Estado. Incluso los gobiernos progresistas ya felicitaron al ganador que prometió la vuelta al Mercosur.
Entretanto, la elite vinculada a los agronegocios ya respira tranquila. Si como dijo el escritor Augusto Roa Bastos, Paraguay es una isla rodeada de tierra, habría que añadir… de tierra mal habida. Los poderosos brasiguayos, los soyeros y los ganaderos que alertaban sobre el peligro de los “carperos” (sin tierra) en la era Lugo ahora confían en Cartes, que además de ser uno de los suyos, reivindicó en la campaña la vieja consigna de “orden y progreso”, cuya versión paraguaya pertenece al dictador Stroessner. Pero sin temor al ridículo un candidato a senador colorado dijo que si Cartes estuvo preso en la dictadura (por un delito económico) eso lo emparenta con…Nelson Mandela.
Cartes es un hombre muy expresivo. Preguntado por radio Chaco Boreal sobre el matrimonio igualitario ya aprobado en Argentina y Uruguay respondió: “Me pego un tiro en las bolas si mi hijo quiere casarse con otro hombre”. Ahora habrá que acostumbrarse a verlo en las reuniones del Mercosur.