Walter Barboza
Scioli está en sus horas decisivas. El margen de maniobra es escaso. Los caminos sólo dos: o renunciar a la gobernación de la provincia de Buenos Aires para sumarse a la lista de diputados Nacionales del Frente para la Victoria, cómo ha transcendido en el último mes, o bien acantonarse en la sede del gobierno provincial y resistir hasta que el chubasco pase, si es que realmente va a pasar.
En cualquiera de los dos casos parece que los caminos conducen a callejones sin salida: si el Kirchnerismo a nivel nacional blanquea la hipótesis de su candidatura, que sin anestesia dejó entrever Carlos Pagni, columnista estrella del diario La Nación, debería resignar cualquier proyecto de ser uno de los candidatos a la presidencia en 2015, pues un paso al costado significaría dar muestras de su lealtad al proyecto nacional y con ello disminuir sus chances de ser el próximo jefe de estado. De elegir el segundo de los caminos, Scioli quedaría rezagado a conducir una provincia que da muestras de tener serías dificultades financieras para afrontar los compromisos salariales de los trabajadores estatales, el pago a proveedores, el desarrollo de obras públicas, la compra de insumos hospitalarios y el sostenimiento del sistema de seguridad, entre otros.
No hay mucho para elegir. La estrategia ambivalente que ha desplegado para demostrar ser un componedor de contiendas, a partir de mostrarse con dirigentes políticos enfrentados abiertamente con el gobierno nacional, lo ha llevado al lugar en el que está.
La crisis educativa, que no sólo se reduce al conflicto salarial, es el emergente de un contexto que muestra la carencia de un proyecto político para esa área. A esta altura de los acontecimientos vale una de las tantas preguntas clásicas de la pedagogía: qué es educar y para qué. Si el lector elabora una respuesta, por más elemental que fuere, se dará cuenta que desde el alejamiento de Mario Oporto de esa cartera, los conflictos se han acentuado. El problema salarial no es lo único que acontece en el devenir diario del sistema educativo provincial. Los docentes cada día se topan con serias deficiencias en el interés de los alumnos por “aprehender”. Por más reivindicaciones que hagan de la experiencia de Paulo Freire, cuya pedagogía era planteada como una experiencia para la “liberación”, la falta de lineamientos claros obtura cualquier posibilidad de cambio en la sociedad. El problema de la seguridad, tantas veces resaltado por el Ministro de Seguridad de Scioli, Ricardo Casal, tal vez tendría una vía de solución si en lugar de pensar en medidas punitivas se pensará en la tarea transformadora de la educación. Mejores salarios, mejores condiciones de trabajo, mejor calidad de la infraestructura, la elaboración de un proyecto educativo, tendrían como correlato directo más y mejor democracia.
Lo concreto es que la convocatoria a los intendentes para acompañar una solicitada por la vuelta a clase no tuvo la respuesta esperada. Más habituados a estas lides, levantaron el pie del acelerador a la espera de respuestas como las de la diputada por el Frente para el Victoria, Diana Conti, quien dijo que lo que quieren “es un mayor compromiso de él (Scioli) con el proyecto político que es colectivo” y que “no tiene margen para la confrontación. Debe acatar las órdenes de quien conduce, que es Cristina Kirchner.”
Los barones del conurbano, prefieren cerrar filas con el Gobierno Nacional a la lealtad con el gobernador, pues saben que allí está la fuente de dinero necesaria para sobrevivir en épocas de crisis. A confesión de partes, relevo de pruebas: si Scioli admite públicamente que no tiene dinero, cómo esperar un acuerdo con los intendentes que en su gran mayoría apenas pueden pagar los sueldos en sus comunas.
El cerco se cierra. Las esperanzas se agotan. Las ilusiones decrecen. No hay clima de calma en la provincia de Buenos Aires. Este cronista pudo contabilizar en el mes de marzo las siguientes actividades de protesta y diversidad de reclamos: Paro y marcha de los docentes de todos los gremios (SUTEBA, FEB, SADOP, UDA, AMET, UDOCBA), paro y movilización de trabajadores estatales de ATE, IOMA (obras social de los empleados públicos), AJB (Judiciales), CICOP (médicos y profesionales de la salud), FEGEPPBA (federación de gremios estatales), abrazos simbólicos por falta de insumos a los hospitales San Roque, de Niños, San Juan de Dios, San Martín y Rossi.
Un nivel de conflictividad que hacía tiempo no se veía: una o dos medidas de fuerza cada siete días. En ese panorama, Scioli hace un llamado que nadie puede atender. En sus manos está la solución.