Walter Barboza
Jorge Rafael Videla no tiene descanso. A pesar de que este año se cumplen treinta años de continuidad democrática, y de que en los últimos años él y sus camaradas han comparecido en la justicia por los crímenes de lesa humanidad, no cesa de conspirar.
Lo hizo a través de la revista española Cambio 16. Como ocurrió hace un año, sugestivamente le concedió una entrevista al periodista Ricardo Alonso, el que lo visitó en el penal de Marcos Paz, donde se haya detenido cumpliendo condena firme.
Lo curioso del caso es que Videla, en una suerte de reivindicación del golpe cívico militar que lo entronizara en el poder en 1976, eligió para levantar polvareda los días cercanos al aniversario de su incursión militar.
Esta vez dijo, en una proclama de carácter netamente golpista, que “los más jóvenes que aún están en aptitud física de combatir”, deben “armarse nuevamente en defensa de las instituciones básicas de la República, hoy avasalladas por este régimen kirchnerista encabezado por la presidenta Cristina y sus secuaces”.
En ese contexto, Videla destacó la necesidad de evitar la “perpetuidad” del gobierno nacional, “ya sea merced a una reforma constitucional o por la fuerza, en la estólida senda de trocar nuestro sistema representativo, republicano y federal por un fracasado comunismo a la cubana”.
Seguro de sí, el represor sentenció que “nuevamente serán las Fuerzas Armadas y de Seguridad que junto a su pueblo del cual provienen (las que lo) impedirán” y descalificó a las fuerzas políticas de la oposición a las que tildó de cobardes por haber “sucumbido al miedo y a las dádivas que el gobierno impone en todos los campos”.
La diatriba de Videla, fue enunciada en un contexto político en el que la efervescencia por la recuperación de la memoria colectiva se hace sentir más fuertemente en el mes de marzo. Una época en la que distintas organizaciones sociales preparan una multiplicidad de actividades recordatorias de las víctimas del terrorismo de estado y de las consecuencias económicas que afectaron al país. Este año con una singularidad: el fallecimiento este fin de semana de José Alfredo Martínez de Hoz, el Ministro de economía que diseñó el plan económico que la dictadura puso en marcha en marzo de 1976 y cuyos rasgos salientes fueron la desarticulación del tejido social, la des-industrialización del país, la transferencia de recursos del sector estatal al privado y una marcada distribución regresiva del ingreso.
Las declaraciones de Videla, merecieron el repudio generalizado de numerosas organizaciones políticas y sociales, al igual que de los organismos de derechos humanos que más énfasis contribuyeron al esclarecimiento de la verdad sobre todo lo ocurrido con las víctimas del terrorismo de estado.
Se trata del intento arrebatado de una nueva aventura, que en una democracia fortalecida y recuperada a pleno ya no tiene lugar. Solo descansa, como un sueño, en las mentes afiebradas de quienes conspiran para desandar el camino iniciado por América Latina. Y convive en el pensamiento de quienes propician el odio y la reedición de la “revancha clasista”, como ocurriera ese 24 de marzo en el que los grupos económicos se apoderaron del estado en beneficio propio.