

* Por Soledad Alonso
Llegó Halloween, pero esta vez, el miedo no se disfraza.
No aparece en los cines ni en las calles oscuras: vive en cada boleta de luz, en los precios del supermercado y en las familias que ya no llegan a fin de mes.
El Gobierno convirtió la vida cotidiana en una historia de horror.
Una trama que mezcla la pesadilla laboral, recortes sin límites y la entrega de la soberanía.
Como siempre, los protagonistas son los mismos: los trabajadores, las jubiladas, los jóvenes y quienes todos los días sostienen al país con esfuerzo y esperanza.
Y los villanos de esta película están claros: Milei, su Gabinete, el FMI y los Estados Unidos, de la mano de Trump y sus secuaces.
En este guión, los derechos son las primeras víctimas.
Con la reforma laboral quieren imponer jornadas de doce horas, vacaciones a consideración del jefe, despidos sin indemnización, sueldos “dinámicos” y descuentos en el salario si faltás por enfermedad. Le dicen modernización, pero todos sabemos que es precarización. Con la reforma previsional buscan eliminar las moratorias, aumentar los años de aportes y que las mujeres se jubilen a los 65 y los hombres a los 70.
Y, por último —pero no menor—, con la reforma tributaria los ricos van a pagar menos. Como siempre.
Mientras tanto, el ajuste avanza a ritmo frenético. Suben tarifas, transporte y alimentos. Caen los salarios, las jubilaciones, los bonos, los presupuestos. Despiden trabajadores, recortan en salud y educación. Cada medida deja a miles de personas sin sustento. El Estado, que debía protegernos, se convirtió en el escenario donde se ejecuta la crueldad del modelo.
Como si hiciera falta un susto final, llega el pacto con el diablo: privatizaciones, deuda y entrega de los recursos estratégicos. Negocios para unos pocos, dependencia para todos. Nos hablan de libertad, pero hipotecan la soberanía. Prometen un cambio, pero reviven los peores capítulos del neoliberalismo.
Esta película todavía no terminó. La historia puede tener otro desenlace.
Uno donde los protagonistas vuelvan a ser quienes trabajan, estudian, producen y sueñan.
Porque el verdadero miedo no está en las pantallas: está en un modelo que destruye derechos.
Mientras tanto, por mi parte, me van a encontrar en las calles, defendiendo los derechos conquistados.
*Diputada provincial de Unión por la Patria
01/11/2025