Los denominados “fondos buitres” son administradores de capital de riesgo que se dedican a comprar títulos de deuda pública a bajo precio en economías en problemas, como lo fue la de Argentina en 2001, y luego accionar judicialmente para el cobro total de los bonos más los intereses por los años adeudados.
Por caso, American Task Force Argentina (AFTA) es la fachada detrás de la cual se esconden NML y Elliot Capital Management (EM), los dos fondos rapaces más grandes, domiciliados en paraísos fiscales.
Pero los fondos que accionan contra la Argentina son en realidad alrededor de 47, que se quedaron con unos 4.000 millones de dólares, equivalentes a apenas 7 por ciento del capital que no ingresó a los canjes de deuda pública en cesación de pago de 2005 y 2010, los cuales consiguieron una adhesión abrumadora de la mayoría de los bonistas.
El director de AFTA es Robert Shapiro, un ex funcionario del ex presidente estadounidense Bill Clinton, pero su verdadero mentor es el dueño de NML, Paul Singer, un financista estadounidense que gestiona más de 15 mil millones de dólares de fondos de riesgo.
Lleva décadas comprando deuda de países como Perú, donde pagó 5 millones de dólares y a través de juicios embolsó 58 millones; o Congo, donde por 2,3 millones se llevó más de 100 millones. Singer compra estos papeles cuando su valor se encuentra por los suelos para después reclamar un precio mucho más elevado.
El financista es operador en la Bolsa de Comercio de Nueva York y uno de los principales donantes a la campaña del candidato republicano a presidente de los Estados Unidos Mitt Romney. Es propietario de NML Capital, la empresa que consiguió inmovilizar la fragata argentina Libertad, gracias a la complicidad de la justicia ghanesa.
Este fondo buitre pagó solicitadas contra la Argentina en diarios estadounidenses, previo a la visita de Cristina Fernández a Nueva York, y reclama uno 650 millones de dólares de la deuda argentina no canjeada.
La conexión argentina es Mariano Mera Figueroa, abogado hijo de Julio, ex ministro del Interior de Carlos Menem, quien ofició de emisario de Singer durante el conflicto por la fragata Libertad, llevándole al gobierno nacional las ofertas del fondo buitre para negociar su liberación.
Por el otro lado, el director de EM es Keneth Dart, quien fijó domicilio en las Islas Cayman para evadir en 200 millones de dólares al fisco estadounidense y se hizo ciudadano de Belice, renunciando a la estadounidense, e intentando luego reingresar a los Estados Unidos, esta vez como cónsul de ese país y bajo inmunidad diplomática.
A principios de los 90, su primera ofensiva “buitre” se hizo notoria en Brasil, donde con una pesada deuda externa en renegociación se alzó por sólo 375 millones de dólares con el 4 por ciento de los bonos en juego, unos 35 mil millones en valor nominal.
Dart reclamó un pago de 980 millones de dólares, pero obtuvo finalmente 605 millones, o sea 161 por ciento de lo que había apostado en su maniobra de especulación. El gobierno brasileño había lidiado con 750 bancos para renegociar 50 mil millones de dólares a repagar.
“Su última apuesta es forzar al gobierno de Argentina a pagar la deuda en default”, señaló Bill Clinton en una carta pública en la cual explicó en 2005 por qué no iba a concurrir a una reunión para recolectar fondos para la campaña electoral demócrata, organizada en la casa de la esposa de Dart, en el estado de Florida.
En su misiva, Clinton remarcó que el buitre “otra vez, pagó centavos de dólar por la deuda y pretende que los argentinos le paguen el valor nominal de los títulos en su poder. Argentina sigue por ahora en bancarrota. La mitad de su población vive por debajo de la línea de pobreza”, remarcó en esa oportunidad el ex mandatario estadounidense, para concluir que Dart “es uno de los hombres de negocios más odiados en Sudamérica”.