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Mónica Sladogna

Los últimos acontecimientos me han obligado a retomar una nota escrita hace poco, perdonen la reiteración pero a veces debemos dar un paso para atrás para avanzar dos…

El concepto de sintonía fina da cuenta de un momento histórico particular en la gestión de las políticas sociales.  Esta sintonía fina no es neutra, desata pasiones, a veces la virulencia de las mismas nos sorprende, pero creo que eso es un reflejo de lo aprendido en los 90, donde el conflicto estaba en territorios alejados (piquetes en Cutral-Có) aislado geográfica pero también políticamente, el conflicto tenía una connotación naturalmente negativa, ya que la paz del mercado era lo que se buscaba.

La aparición de la política y la conflictividad que la sostiene  se expresa, a veces de manera brutal, otras como en Paraguay con una apariencia de institucionalidad, otras como en Argentina con la virulencia de la explicitación de un interés político personal a través del uso del interés corporativo.   Las relaciones sociales son conflictivas, pero el cuidado de la polis nos obliga a saber cuándo parar la pelota y reflexionar antes de actuar. Moyano debería aprender de estas palabras.

El gobierno nacional trajo desde el 2003 nuevamente la política, y esto tuvo consecuencias en todos y todas nosotros/as.  Un regreso de la militancia, como ganas de cambiar, como posibilidad de generar un presente y un futuro incluso en un mundo donde sólo los poderosos parecen incluidos, un disfrute de derechos impensables desde la lógica del mercado.   También trajo la dinámica de la democracia, la conflictividad que subyace a las relaciones sociales se expresó en diversas formas, la resolución 125 y su corolario fue una.   Pero es importante que analicemos que en esta conflictividad se opusieron por primera vez dos proyectos, dos posiciones alternativas, conflictivas.   Me parece que la diferencia estriba en que mientras en los 90 el conflicto era de oposición al modelo neoliberal, una oposición que aún no podía salir del pensamiento hegemónico, hoy el conflicto se expresa con la potencia de actores con propuestas antagónicas explícitas a veces a través del odio.

En el caso de Moyano su prepotencia me permite pensar sobre el abuso en el uso de los derechos, sobre el abuso que ronda la ilegalidad, que toma a toda la sociedad de rehén y que no duda en manifestarse a la par de la oposición histórica a los intereses de los trabajadores que dice defender.  Paradójica situación de un líder sindical que quiere transformarse en líder político.

Las políticas sociales como una necesaria construcción colectiva entre el Estado y los actores no estatales (empresarios, sindicatos, organizaciones sociales y políticas).  Quiero con esto decir, que también Moyano fue convocado en esta construcción que se inció sólo con el 23% de los votos.   No haber ampliado la base de sustentación social y política del proyecto que inició Nestor, seguramente no hubiera alcanzado al 54, 11% de Cristina.  Insisto es importante aprender también de la experiencia de Lugo.   Creo que la globalización le sirvió a Paraguay para aprender que ahora los golpes a la democracia se dan a través de procesos destituyentes no militares.   El sindicato de camioneros es poderoso, creo que va a hacer una demostración el miércoles de ese poder.   Pero esta explicitación del conflicto también permitirá explicitar una respuesta política al mismo. Una respuesta que ponga primero a la Patria, después al Movimiento y luego a los hombres y mujeres…

Hemos avanzado desde el 2003 a la fecha en términos de derechos.   Esto nos permite recuperar con pleno sentido la idea de que «detrás de cada necesidad hay un derecho».   Hoy esta idea se profundiza, detrás de cada derecho hay una responsabilidad.  La ética de la responsabilidad abarca a todos en las distintas funciones que cumplamos:  funcionarios/as, trabajadores/as, ciudadanos/nas, militantes,  sindicalistas y empresarios.   Los derechos conquistados o reconquistados, nos obligan a honrarlos y cuidarlos, el cuidado en la preservación, ampliación y profundización de los mismos nos involucra a todos y todas.   La ética de la responsabilidad y el cuidado en el manejo de los fondos públicos, en la defensa de los derechos y en la profundización de los mismos nos llama en este nuevo momento histórico, si queremos preservar lo que tanto ha costado.

Hoy enfrentamos una paradoja, el interés de algunos sindicalistas se une al interés empresarial (huelga y lock-out) se fusionan y buscan generar un polo de oposición contra el gobierno que más ha hecho y de manera sostenida por los trabajadores y trabajadoras de nuestro país y esta construcción también fue hecha con las organizaciones sindicales.  No se trata de putear al otro, se trata de analizar, reflexionar y actuar en consecuencia.   La historia nos brinda la oportunidad de construirla con nuestra posición, hoy debemos desbrozar el campo de la oposición para consolidar nuestra postura.  La ética de la responsabilidad se refuerza por la ética del cuidado, del cuidado de lo hecho y del cuidado por lo que aún falta por hacer.   Es hora de preguntarnos ¿de qué lado estamos?   Pero no para cristalizar un lado u otro, sino para sumar voluntades a partir de la reflexión al lado del proyecto nacional y popular que encabeza Cristina Fernández de Kirchner.

 

 

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