El retorno de YPF a la esfera pública nacional, debiera ser en primer lugar un día histórico, un hecho clave en la recuperación del Estado como garante del bienestar de todos. En la sociedad humana, vale subrayarlo prima la vida colectiva, antes que la individual, aunque esto no se traduzca automáticamente en la generación de derechos. Esa primera determinación hace posible la construcción de justicia. Tanta propaganda sobre la libre empresa, la libre competencia, hicieron perder el horizonte común de los pueblos y las naciones, y crear supuestos derechos, en detrimento de las necesidades de las mayorías.
En referencia al anarcocapitalismo financiero, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dijo en noviembre ante la conferencia de la UIA: “Es imposible, porque en definitiva el dinero se ha hecho como bien fungible para adquirir bienes o servicios; si yo tengo más dinero que los bienes y los servicios que produzco, más tarde o más temprano la crisis viene y el mundo implosiona. Esa es una de las causas y de las cosas que están pasando en el mundo de hoy”
Hoy ante el anuncio de expropiación de las acciones de YPF, en la misma sintonía, Cristina expresó: «De continuar esta política de vaciamiento y de no inversión, Argentina se hubiese convertido en un país inviable, por políticas empresariales y no por falta de recursos, porque somos el tercer país en el mundo, luego de China y Estados Unidos», aseveró la mandataria al explicar los fundamentos del proyecto.
La mayoritaria accionista española Repsol, estaba al tanto del reclamo, pero no hizo literalmente nada. Dejó de invertir en la producción petrolera, aunque sus acciones cotizaran en bolsa, mientras que nuestro país necesitó importar el combustible, siendo el tercer país en el mundo en cuanto a recursos petrolíferos.