Hoy resulta un lugar común hablar del poder de las redes sociales, aunque si nos tuviéramos que detener a precisarlo, es probable que no podamos especificar exactamente de qué se trata. Sin dudas, este poder existe y habría que comenzarlo a definir desde las particularidades que nos conciernen.
La Web 2.0 no puede escindirse de la Web en general, es parte de ella, y desde ahí se retroalimenta. Existe una creencia vulgar acerca de Internet, y es suponer que está todo, como en el Topos Uranus de Platón. En esa suposición Lacan hubiese encontrado una figura más del Otro no barrado, al que denominó sujeto-supuesto-saber, el cual podría equipararse a Dios. Suponer que sabe, es precisamente eso: un supuesto. Lo que no está en Internet, que sin dudas debe ser mucho, es posible hacer que esté, incluso mi palabra, la de todos. A diferencia de los medios de difusión convencionales, en la Web es posible la intromisión, y es en este punto donde radica algo del tan mentado poder de las redes.
Decía más arriba que una posible definición debiera partir de las particularidades que nos conciernen, y es en este punto donde cada uno desde su propio ámbito o desde sus propios intereses, debiera aproximarse a las primeras conclusiones, que en absoluto se contrapondrían a una visión general del problema. De lo particular a lo general y vuelta, para reiniciar el ciclo.
En el terreno propiamente político, hace más de 40 años, cuando uno intentaba difundir sus ideas o sus consignas, había que picar el esténcil y conseguir un mimeógrafo, para hacer así 200 volantes, que por la noche podrían ir por debajo de las puertas, o en la entrada de la fábrica o de las escuelas. Hoy se escribe en Word, y se publica en el muro de Facebook, o por Twitter, se comparte en grupos, con una tirada virtual mucho mayor, inclusive llegando a sitios geográficos desconocidos.
En política, la elaboración es imposible sin información: había que comprar los diarios, algunas revistas, libros, conseguir datos internacionales, y todo eso no resultaba fácil. Hoy rastreando en la Red, es posible conseguir muchísimo material, que sin dudas facilita la elaboración como también la difusión e interrelación de la misma.
Con el retorno de la democracia en el ’83 irrumpió muy fuerte la prensa de circulación alternativa, generalmente en formato de revista o magazín, donde uno podía expresar ideas e impresiones sobre la realidad. La mayoría de las veces estas publicaciones duraban pocos números, y el intervalo entre uno y otro ejemplar, de forma no deseada se extendía en el tiempo. También no pocos transcribíamos manuscritos a máquina, para luego sacarles fotocopias y repartirlos entre conocidos. Hoy la existencia del blog, permite socializar impensadamente, todo aquello que otrora resultaba harto difícil, generando un verdadero e incipiente contrapoder a los medios dominantes.
La implementación contrahegemónica de las redes sociales, no puede circunscribirse solamente a lo estrictamente político, ya que desde muchas disciplinas principalmente estéticas se vislumbra la aparición de fotógrafos, creadores de videos, poetas, músicos, narradores, al igual que un nuevo receptor (llamarlo consumidor sería erróneo) capaz de reproducir las creaciones de todos aquellos a los cuales la propiedad intelectual les interesa mucho menos que el hecho mismo de la difusión de sus producciones.
En Internet sin dudas hay vareado, hay también mucha porquería, por qué no decirlo, como en la sociedad en general, y esto es el resultado de cierta horizontalización, pero lo cierto es que para cualquier futuro “arqueólogo del saber” actual, no le alcanzaría con ser un ratón de archivos, hemerotecas o bibliotecas. Tendría que saber además, bucear en la Red, a menos que exista una catástrofe de ésta, cosa que a priori no debiera descartarse.