Los arroyos del cinturón hortícola platense están contaminados por agroquímicos y muestras obtenidas determinaron concentraciones elevadas en sus sedimentos. Un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata analiza el impacto producido por la toxicidad de esos contaminantes en los humedales de la región.
Los humedales son áreas cubiertas de agua y vegetación que suelen encontrarse en las zonas bajas del relieve. Se trata de ecosistemas que cumplen un rol fundamental para el medioambiente, no sólo por la biodiversidad que allí se desarrolla, sino por su función como reservorios de agua, controlador de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático.
A lo largo del tiempo, los habitantes de las zonas periurbanas de la región fueron modificando el tipo que uso que le dieron al suelo: los comienzos estuvieron caracterizados por una ganadería extensiva sobre pasturas naturales, luego de pasó a la agricultura, y en las últimas décadas-, la horticultura terminó imponiéndose por sobre el resto de las actividades,
La incorporación de los invernaderos para el desarrollo de cultivos en épocas donde resultaría imposible su producción, incrementó el uso de insecticidas, fungicidas y herbicidas. En la actualidad, los productores necesitan agregar estos agroquímicos al cultivo para aumentar el rendimiento de sus cosechas y poder hacerlas más rentables. Los productos químicos que se aplican en los campos, terminan llegando indefectiblemente a los cuerpos de agua, como arroyos, ríos y lagunas.
Los agroquímicos además afectan la fauna acuática ocasionando la desaparición o disminución de los organismos más sensibles, pero los resultados indican también que los humedales representan zonas de atenuación que contribuyen a disminuir el impacto sobre la fauna. De esta forma, los agroquímicos pueden precipitar a los sedimentos o ser incorporados por la vegetación, disminuyendo así la toxicidad aguas abajo y contribuyendo a mantener la fauna sensible a los agrotóxicos que predomina en los arroyos.
El equipo de investigación del Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” (ILPLA – UNLP – CONICET) se encuentran abocado a evaluar el impacto ambiental producido por la horticultura sobre los humedales de la zona platense.
Según informaron, «en el estudio, los investigadores realizaron trabajos de campo en la Estación Experimental que posee la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales en Los Hornos, donde se sembró soja de la misma manera que lo hace cualquier productor agropecuario. Luego, con posterioridad, se aplicaron los insecticidas más utilizados (cipermetrina, endosulfan y clorpirifos), y se simularon lluvias mediante un circuito de riego por aspersión». Se logró comprobar que, al principio de una lluvia, el agua se infiltra en el suelo, pero con posterioridad comienza a escurrir superficialmente incorporándose de esta manera a los arroyos y lagunas adyacentes.
Para comprobar los niveles de toxicidad del agua, los investigadores platenses recurren a dos pequeños aliados: el anfípodo Hyalella curvispina, y el pez Cnesterodon decemmaculatus, conocido como “madrecita de agua”. Durante los estudios, los ejemplares de ambas especies son colocados en contacto con las aguas derramadas por las lluvias. Los resultados son contundentes: la exposición al agua produce la mortalidad de estos organismos hasta aproximadamente un mes posterior a cada aplicación.
Los científicos del ILPLA estudian la concentración de nutrientes, plaguicidas y el ensamble de invertebrados presentes en cuatro arroyos del cinturón hortícola platense: San Juan, Martín, El Gato y Sauce. Luego, los datos recogidos son comparados con los de otros cuatro arroyos tomados como referencia: dos de ellos en la reserva de la biosfera Parque Costero del Sur, y otros dos en la zona de Magdalena, donde el uso del suelo dominante es la ganadería extensiva sobre pasturas naturales.
La presencia de plaguicidas generalmente no se detecta en los cursos de agua pertenecientes a la Reserva ni en los arroyos de las cuencas ganaderas de Magdalena. Sí se lo detecta –y en concentraciones comparativamente mucho más elevadas – en los sedimentos de los arroyos adyacentes a cultivos.
Los responsables del proyecto indicaron que se detectaron concentraciones de agroquímicos de 148-199 nano gramos por gramo de sedimento seco (ng/g p.s) en dos muestreos sucesivos en el arroyo del Gato y 51 ng/g p.s. de cipermetrina en el arroyo del Sauce. Además, la estructura y la composición de los ensambles de invertebrados de los arroyos hortícolas fueron diferentes a la de arroyos de referencia.
Los sitios hortícolas presentaron una fauna de mayor resistencia a la exposicion a agroquímicos, con mayor abundancia de taxones tolerantes, representados por los hirudineos o “sanguijuelas” (Hirudinea), platelmintos o “planarias” (Dugessidae) y colémbolos (Entomobryoidea), y ausencia o muy baja densidad de taxones sensibles, representados por efemerópteros (Caenidae y Baetidae), anfípodos (Hyalella sp.) y cladóceros o “pulgas de agua” (Simocephalus vetulus), abundantes en arroyos de la reserva Parque Costero del Sur o de cuencas con ganadería extensiva.
A partir de los contundentes resultados obtenidos, los investigadores recomiendan detener el uso de agroquímicos ya que los humedales ofrecen múltiples servicios que derivan en importantes beneficios: retención de sedimentos, nutrientes, depuración de las aguas y atenuación del impacto de la agricultura. Además, actúan moderando el régimen hidrológico y los pulsos de inundación, por lo que la protección de estos ambientes resulta de gran importancia.
El equipo de cintificos de la UNLP está integrado por Marina Solis, Ana Maria Scalisse, Natalia Marrochi, Silivia Fanelli, Ariel Paracampo, Hernan Mugnim, Marina Arias y Carlos Bonetto, todos pertenecientes al ILPLA, un organismo dependiente de la UNLP y el CONICET.