Una de las cosas que sorprendían gratamente del entonces flamante presidente Néstor Kirchner, era que pudiera caminar muy tranquilo por las calles, entre medio de la muchedumbre, y hasta mostrase bien humano chocándose las cámaras de televisión. Era una señal muy clara que indicaba la inauguración de un nuevo estilo, acorde a la nueva Argentina que se venía, en contraposición a aquellos mandatarios que si no salían blindados no podían hacerlo.
Todo esto viene a cuento, porque uno de esos ex presidentes, y actual candidato Eduardo Duhalde, ayer tuvo que suspender un acto de campaña en Avellaneda por un escrache del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y que hoy podría repetirse en el partido de La Matanza. Este agrupamiento es una coordinación de movimientos sociales, principalmente piqueteros que sostienen que el ex bañero de Lomas es el autor intelectual de la Masacre de Avellaneda, donde cayeran fusilados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, el 26 de junio de 2002 cuando Duhalde se desempeñaba como presidente interino. Obviamente, el que tuvo que levantar su acto, acusa al gobierno nacional de enviar a los piqueteros a escupirle el asado, pero vale aclarar que el FPDS tiene una posición sumamente crítica con respecto al oficialismo, pero lo más importante y que Duhalde no menciona, es que los dos caídos por las balas del entonces comisario Franchiotti, eran militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, que es la fuerza principal del armado de este frente, que está reclamando entonces por sus propias víctimas.
Lo de ayer y la posibilidad de lo que pueda suceder hoy, no es lo único, ya que podríamos recordar cuando Duhalde asistiendo a un almuerzo de Mirtha Legrand en Mar del Plata, al finalizar, cuando todos se asomaban al balcón, él no pudo hacerlo, para evitar el rechazo de los concurrentes. Tampoco pudo asistir al velatorio de Néstor Kirchner, y después alegó que le habían recomendado que no lo haga.
Con todos estos datos la primera pregunta que surge, es de qué manera alguien que tiene que soportar todo esto, podría llegar a ser presidente, obviamente no lo va a ser, pero si lo fuera, para poder hablar en público tendría que hacerlo con una armadura feudal, y rodeado de fuertes custodios armados hasta los dientes. Un paisaje que sin dudas representa al pasado y que los argentinos nunca más quisieran presenciar.