Nuevos desafíos para el sindicalismo

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Osvaldo Drozd

El jueves pasado en Tecnópolis, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, elogiaba el discurso del titular de la UIA, José Ignacio De Mendiguren, aseverando que no había sido corporativo sino que “ha sido un discurso con una concepción colectiva y nacional, que realmente me hace sentir muy bien, porque es el triunfo de cosas que nosotros venimos discutiendo desde hace mucho tiempo y llevando adelante”.

Desde ese punto de vista Cristina también sostenía que: “Yo creo que el gran desafío que tenemos es lo que yo decía el otro día, cuando me tocó cerrar la Reunión Anual del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, muchas veces hemos dicho que hay intereses contrapuestos entre capital y trabajo y créanme que me he convencido – al cabo de todo este tiempo – que no hay intereses más coincidentes que el de los empresarios con los trabajadores. Por eso creo que tenemos que ser todos lo suficientemente inteligentes para no arruinar lo que son las bases del desarrollo argentino y que es esta Argentina que hemos construido con tanto esfuerzo”.

Sin dudas, el desarrollo actual hacia una Argentina industrializada, necesita de la cooperación entre trabajadores y empresarios, en una actitud que no sea corporativa. Capital y trabajo hoy no constituyen una contradicción antagónica, ya que la tarea principal es dejar atrás el retraso estructural del capitalismo dependiente, hacia una Argentina autónoma y a su vez integrada al nuevo mapa geopolítico internacional, donde se producen además de la crisis del capitalismo occidental, el surgimiento de nuevos emergentes como lo son China, Rusia e India, que le dan a nuestro continente, un rol preponderante en el armado de un sistema multipolar, que si bien conserva las premisas capitalistas, ofrece cierto blindaje con respecto a la crisis occidental.

Este escenario de la Argentina de hoy, plantea algunos desafíos, entre los cuales resulta fundamental el protagonismo de los trabajadores, y de sus organizaciones gremiales, que tengan la capacidad de ser parte preponderante en el desarrollo del modelo, tal cual lo definiera la presidenta en Tecnópolis.

Redefinir el rol sindical no tiene que ver con el modo de organización, tal como lo revelan las diferencias entre CGT y CTA, sino principalmente a que los sindicatos debieran emprender determinados tipos de gestiones que no son parte del estilo de trabajo que históricamente vienen desarrollando.

El sindicalismo argentino está principalmente enfocado en la lucha salarial, dejando algunos flancos librados al azar, tal como lo señala muy bien el Taller de Estudios Laborales (TEL) cuando se refiere a lo concerniente a las condiciones laborales en el puesto de trabajo mismo, sitio donde la mayoría de la veces el sindicalismo no llega.

Si bien la puja salarial es una de las partes más importantes de la acción gremial, y parte fundamental en la redistribución de las riquezas, habría que convenir que el reclamo por la implementación del Artículo 14 bis de la Constitución Nacional, debiera ser abordado con todo el rigor de la letra.

“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección”.

Participar de las ganancias de los empresarios permite superar diferencias corporativas, evitando que un solo sector se enriquezca en detrimento del conjunto, pero controlar la producción y colaborar en la dirección de la empresa, le ofrece a los trabajadores una tarea por lo demás importante para formarse como productor colectivo, inserto en la estructura social, aportando el saber que emerge de las líneas de producción. La experiencia de las fábricas recuperadas es un ejemplo tajante de ellos, donde los trabajadores pudieron montar el entramado empresario al margen de la dirección convencional de las unidades productivas.

Dignificar las condiciones laborales en el puesto de trabajo, y ser parte del control de la producción y gestión empresarial debieran ser parte de una nueva modalidad sindical, en el desarrollo del modelo, que obviamente no puede ni debe desatender la puja salarial.

 

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