Finalmente se descubrió la jugada. Los grupos multimedia, conducción del movimiento cacerolero, buscaban proteger sus intereses económicos acorralando a Cristina antes del 7 de diciembre.
En 2008, Héctor Magnetto sabía la pelea que se avecinaba. En aquel momento se atrevió a hacer público su pensamiento político-empresarial a través del libro que le hizo escribir a José Ignacio Lopez: “El Hombre de Clarín, vida privada y pública de Héctor Magnetto”.
Allí el obsesivo hombre del Grupo, mostró todo su mesianismo y soberbia: “tenemos las cosas armadas de tal manera que nos podemos morir, uno o todos, que la estabilidad jurídica y la permanencia del Grupo, está asegurada.”
Oscuro contador de clase media, dejó asentado en el libro que el capital más importante de Clarín es simbólico y que consiste en sostener la identificación del público con lo que sus medios dicen. Un diario hecho por la clase media para la clase media.
El 13 de setiembre de 2012, celebró el triunfo de la marcha cacerolera. La actitud destituyente del empresario no quedó expuesta en el programa cocinado en cacerolas vacías: no a la re-elección, no al cepo cambiario, no a la inseguridad, no a la cadena nacional. Magnetto, como casi siempre, no dejó registro escrito ni televisivo de su verdadera intención: impedir que el 7 de diciembre se aplicara el artículo 161 de la Ley de Medios.
El 13/9 lanzó su campaña pública. Con el ruido de las cacerolas tenía para dos semanas de disputar el sentido de las mismas. Fue una jugada distractiva que, según sus tiempos, le permitía construir un relato apoyado en la movilización de la gente. Negando entidad al fallo de la Corte Suprema, el Grupo comenzaba a decir que el 7D no significaba nada y sus voceros traman una marcha para esa fecha.
Antes del 13/9 Cristina, con la idea de profundizar la gestión, ya tenía decidido producir cambios en le dirección de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. Mientras tanto cientos de organizaciones que, desde los 21 Puntos habían impulsado la Ley, esperaban una señal para recrear un proceso similar de esclarecimiento. Es fundamental que la gente sepa de qué se trata la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Cristina, una vez más, se adelantó a los hechos.
El lunes 16 de setiembre la Presidenta propuso para la conducción de la Afsca a Martín Sabbatella y los tiempos se aceleraron.
Magnetto, se sorprendió. Así como en 2009, asociado al Grupo Vila-Manzano no logró frenar el tratamiento y aprobación en el Congreso de la Ley de Medios, ahora tiene que apurar sus planes para el 7 de diciembre.
Martín Sabbatella es un dirigente con peso propio, con gestión y con el impulso de la presidenta y la participación social, el escenario se le vuelve a complicar. Pero Magnetto sabe que se juega todo y que todavía tiene un poder de fuego importante.
La batalla por el poder, por decidir cómo se gobierna en la Argentina, se renueva.
Magnetto vuelve a formar una alianza política. Cuenta con algunos personajes que antes estaban del otro lado, pero su Grupo perdió peso económico y ahora hay empresas que están dispuestas a dar la pelea lejos de su proyecto. Así dadas las cosas la única manera posible será si lo hacen dentro de la Ley. Pero Magnetto no se dará por vencido.
Magnetto sabe que tiene incidencia en la agenda y se ilusiona con repetir movilizaciones como la del 13/9.
El frente por una comunicación democrática puede ser importante, la solicitada de apoyo a Martín Sabbatella es una muestra.
La batalla es político-económica-cultural y social.
La Ley, que por un lado desmonopoliza, abre a la participación a miles de organizaciones que ingresarán al nuevo sistema de Medios. Cooperativas, sindicatos, organizaciones sociales, comunitarias, de derechos humanos, pymes nuevamente estarán del mismo lado y esa es la fortaleza en la que Cristina confía.
Faltan 75 días y aunque no es la batalla final es una tenida importante que se dirime con voluntad política y se define en el terreno de las ideas, se gana en la cabeza de la gente.