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Hace apenas 126 años. Eran los albores de la revolución industrial en los Estados Unidos, ese momento de la historia cuando el trabajo manual simple era sustituido por la mecanización y la producción en serie, ese tiempo donde los trabajadores, le comenzaban a ofrecer mucho mayores ganancias, a los propietarios de las nuevas fábricas.

El obrero de entonces, el de siempre, el único bien que tenía, que tiene, es su fuerza de trabajo, presta para cambiarla por un salario que el patrón le pueda ofrecer. Por aquel tiempo, los trabajadores vislumbraron que la jornada laboral debiera ser de 8 horas, quedando 8 para el sueño y 8 para el ocio. Para el patrón que el obrero trabajara 24, aunque muera entre las máquinas, le daba mayor rentabilidad, y es por esta razón que la demanda le resultaba intolerable.

El 1 de mayo de 1886 doscientos mil trabajadores iniciaron la huelga general por las 8 horas. La ciudad de Chicago fue el epicentro de la movilización extendiéndose por algunos días más. Allí la fábrica McCormick, de maquinaria agrícola seguía en actividad gracias a la colaboración de los rompehuelgas, y el día 3 una concentración en la puerta de dicha fábrica, provocaría que la policía reprimiera violentamente, produciendo seis muertos y varias decenas de heridos.

Ante este desgraciado hecho, los trabajadores convocaron a un acto el día siguiente en el parque Haymarket Square, logrando el permiso del alcalde quien a su vez iría a estar presente en la jornada prevista. Tras dos horas de acto el jefe de la policía consideró que ya era tiempo suficiente y procedió al desalojo de los casi veinte mil concurrentes. Comenzó la represión, y cuando un explosivo estalló entre los uniformados, perdiendo la vida uno de ellos, esto resultó la mejor excusa para abrir fuego sobre los manifestantes produciendo una cantidad importante de muertos y heridos, para luego decretar el estado de sitio. Los días siguientes, fueron de cacería: allanamientos, detenciones, y pruebas plantadas.

La prensa se sumó a la caza de brujas, y exhortaba a que todos los detenidos extranjeros fueran ajusticiados en la horca. El 21 de junio se inició un fraudulento juicio contra 31 detenidos, que luego se reducirían a ocho, de los cuales tres irían a prisión y cinco sentenciados a muerte. Todos ellos fueron acusados de ser enemigos de la sociedad y del orden establecido.

Desde la óptica de aquella justicia hoy se conmemoraría el “Día de los enemigos de la sociedad y del orden establecido”, pero si esto no es así, es porque la lucha obrera no se detuvo, alcanzando conquistas, mejorando su condición, pero hay que saber que sin la existencia de contrapesos, la esencia de la explotación aún sigue siendo la misma.

 

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