Sobre la ocupación de tierras en Berisso

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Walter Barboza

La ocupación de tierras en el distrito de Berisso, hecho ocurrido esta semana en el barrio Villa Nueva, puso de manifiesto el problema del déficit habitacional que históricamente ha afectado a nuestro país. El grupo de pobladores, conformado por unas 250 familias, intentó instalarse en un predio privado de 63 hectáreas, ubicado entre las calles 11 desde 132 a 146, pero cuando alguien les confirmó el dato de que se trataba de tierras de propiedad privada, decidieron desocuparlo para inmediatamente trasladarse a la Avenida del Petróleo y cortar el acceso a la localidad de Berisso en reclamo de terrenos fiscales.

Es que alguien, quizás especulando con el efecto que podría causar la falta de resolución de este conflicto a pocos días de las elecciones del 23 de octubre, los trasladó a esa zona con la información de que se trataba de parcelas de tierra de propiedad estatal. El dato, erróneo por defecto o con intencionalidad encubierta, derivó en la agudización del conflicto y en la profundización de los reclamos.

Independientemente de todo lo que ya han confirmado las crónicas periodísticas, el problema existe, del mismo modo que la titularidad de tierras privadas y la escasez de tierras de carácter comunal.

Por eso el tema no puede se reducido a una discusión entre funcionarios comunales y vecinos, sino que el mismo plantea cuestiones de fondo de mayor complejidad como el problema del hábitat en la argentina.

En ese marco es necesario destacar que especialistas, como el Arquitecto Raúl Fernández Wagner, integrante de Habitar Argentina, que trabaja en temas de urbanismo y suelo urbano, entiende que “el modelo de urbanización está basado en la propiedad privada individual, modelo que se utiliza desde la Revolución Francesa” y que es necesario diferenciarlo de la tierra que constituye “un bien dado por la naturaleza, el suelo, que es la tierra regulada por leyes y con aprovisionamientos, y la renta urbana, que es la valorización sobre la tierra”.

En ese marco hay diferencias cualitativas, y cuantitativas, respecto de los bienes inmuebles como los lotes o terrenos que tienden sugestiva la cuestión de la oferta y la demanda regulada por el mercado. En una sociedad en franco crecimiento económico un terreno ve incrementado su preció por las mejores condiciones de la demanda, pero también por las obras de infraestructura que los estados municipales, provinciales o nacionales, puedan llevar al lugar en el cual está localizado. Si un lote está ubicado en la periferia y sin acceso a ningún tipo de servicios, su valor se reduce notablemente respecto de aquellos lotes que están ubicados en una zona en la que los servicios de agua, luz, gas natural, medios de transporte, entre otros, son parte de las mejores condiciones.

Ahora bien, en el marco del crecimiento notable que han tenido los precios de los lotes y terrenos, de qué modo el mercado devuelve al estado la inversión en obras de infraestructura para que las condiciones de la población mejoren. Hay un plus valor que se queda en quien vende (¿El mercado?), que no necesariamente vuelve al estado para que este a su vez continúe con el desarrollo de nuevas obras en otras zonas y así ampliar las mejores condiciones de vida en el resto de la población. Este, si bien no es un tema clave, es al menos una línea para comenzar a revisar estas cuestiones, en un país escasamente poblado, con una fuerte concentración demográfica en los centros urbanos, y con una importante concentración de tierras en pocas manos. Se hace necesario, entonces, comenzar a debatir estos temas en la sociedad.

Por otra parte el conflicto plantea el tema de las migraciones internas. En Jujuy, el lector recordará que este año hubo un enfrentamiento que se cobró cuatro vidas en la localidad de Libertador General San Martín. Que los ocupantes eran familias que intentaron asentarse en tierras propiedad de la familia Blaquier, dueña del Ingenio Ledesma, y que denunciaban la falta de tierras por la fuerte concentración de la propiedad que existe en esa provincia, de aquellas hectáreas consideradas habitables. ¿Qué debería hacer le estado con aquellas familias que, como consecuencia de las modificaciones en su habitat, la falta de trabajo, la imposibilidad de acceder a la vivienda propia, se ven obligadas a trasladarse a otros puntos del país? En el caso de los vecinos que cortaron la Avenida del Petróleo mucho se dijo de su procedencia. Evidentemente, en ese debate se juegan cuestiones en el plano de los simbólico, de lo histórico, de lo identitario. Nadie que se precie de ser berissense, puede demostrar una procedencia químicamente pura. Esta ciudad ha sido configurada en su identidad, desarrollo, trabajo, cultura, con el aporte de inmigrantes llegados desde distintos lugares del mundo y de los migrantes internos, además del aporte al trabajo y la cultura que hacen las colectividades de los países limítrofes que llegaron a la ciudad en los últimos veinte años.

¿Es un debate entre nómades y sedentarios?¿Es un debate sobre la concentración de la tierra?¿Es un debate sobre el papel del estado en la resolución de estas tensiones?¿Es un debate en el marco de la regulación del mercado?¿O es un debate acerca de la configuración de los nuevos escenarios que replantean a partir de las migraciones silenciosas? Un discusión necesaria que recién comienza.

 

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