Reflexiones tras la visita de Eric Calcagno a Berisso

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Walter Barboza

El acto fue sobrio y auspicioso. Eric Calcagno (H) ingresó a la Escuela de Arte de Berisso secundado por el Intendente Enrique Slezack, el Jefe de Gabinete, Luis Stangatti, y Miguel López Muntaner, Coordinador Regional de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.

La crónica sólo debería sujetarse a algunos datos informativos: se trató de un encuentro de carácter político, y formativo, que fue útil a los fines de continuar profundizando la construcción política del Frente para la Victoria. El marco estuvo conformado por unos ciento veinte asistentes. Calcagno expuso los pormenores de la historia política argentina durante el Siglo XX y la incidencia del peronismo en la constitución de un nuevo patrón de acumulación, cuya matriz distributiva estuvo orientada a tender las demandas y necesidades de la clase trabajadora. Luego vinieron las preguntas del público y el cierre.

Hasta allí sólo serían los hechos, si no fuera porque durante el desarrollo de Eric Calcagno, quedaron sobrevolando algunas cuestiones de sumo interés para la reflexión y para el debate que se viene: Cómo sostener y profundizar el modelo (desde “El Tranvía” preferimos referirnos al proceso político) para mantener el inicio de una época en las próximas décadas.

Quizás una de las claves esté en seguir fortaleciendo un nuevo sentido común, una categoría de análisis trabajada por Gramsci y que ha generado más de una resistencia por parte de la intelectualidad. Ese sentido común que durante los años ´90 indicaba a gran parte de la población que la intervención del estado era la causa de todos nuestros males; que el intervencionismo estatal generaba desajustes fundamentalmente económicos que afectaban directamente a la población y eran motivo del retraso político, económico y cultural del país. Y sin embargo, aquello que se había instalado fuertemente en la sociedad como “natural”, pronto comenzó a despojarse de prejuicios dando lugar al pensamiento científico para que comenzara a operar en la elaboración de nuevos “sentidos”. Es así que ese conocimiento científico, que empieza a hacer aportes sobre el problema argentino pos crisis de 2001 desde las ciencias sociales, contribuye en la construcción de un nuevo paradigma, una nueva mirada sobre el estado y la sociedad. Nadie cree, hoy día, que “el estado no sirve para nada”. Por el contrario, ni siquiera los máximos exponentes de la derecha consideran una sociedad moderna sin la intervención del estado.

Es ese conocimiento científico, orientado desde la praxis por exponentes de la talla de Eric Calcagno, el que deviene en un nuevo sentido común: el de la presencia del estado, el de la distribución justa y equitativa de la riqueza, el de la defensa de los Derechos Humanos, el del fortalecimiento del mercado interno, el del desarrollo industrial por sustitución de importaciones, el de la construcción de nuevas universidades públicas en el corazón del conurbano, donde por primera vez una generación de hijos de trabajadores podrán estudiar en la universidad, el de la recuperación de las cajas de jubilación, el de la re-estatización de empresas estratégicas, entre otras.

Es ese cambio, en el sentido común de las cosas, el que debemos sostener. Construyendo nuevas formas del discurso que nos permitan, desde la cientificidad de las ciencias sociales o desde la interacción del vecino común y corriente, o desde la palabra liza y llana, sostener la orientación del rumbo político de la Argentina.

 

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