La decisión de Cristina y los dilemas del Establishment

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El empresario del tatuaje y la batalla cultural
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Osvaldo Drozd

El pronunciamiento de la presidenta Cristina Fernández de que se va “a someter una vez más a la voluntad del pueblo” fue sin dudas un anuncio esperado que rompe con todas las especulaciones de la prensa hegemónica y con los deseos del arco opositor, aunque ello era mucho más que previsible. Solamente los detractores de este proyecto de país que se viene llevando adelante desde el año 2003, podían pretender que la conductora natural de este movimiento, tras el deceso de Néstor Kirchner, pudiera abandonar el barco y dejar librado al azar los destinos colectivos. Quienes pudieran especular con la angustia por la viudez, con el agotamiento físico, o con la supuesta presión de sus hijos para que ella les dedique más tiempo; si bien pueden ser elementos no despreciables para tener en cuenta, lo que en primer lugar no consideraron es el compromiso militante de una mujer formada en los años setenta, y con fuertes convicciones. Tal vez, a esa clase de militantes, es a quienes los defensores del lobby empresarial y mediático no quisieran tener en el escenario político, y antes que a los “talibanes de la batalla cultural” prefieren a esos engendros light como Macri, De Narváez o Ricardito Alfonsín, fáciles de manejar, o duros obsecuentes como el ex bañero Duhalde que son capaces de cargarse todas las pesadas mochilas del Establishment, y defenderlas a rajatabla.
Ahora que Cristina ratificó su candidatura, los escribas del poder concentrado, cargan contra lo que se viene y salen a tenerle compasión a muchos de los socios actuales del kirchnerismo. Sin dudas quisieran que la actitud del intendente de Malvinas Argentinas Jesús Cariglino se generalice, y que otros como él, abandonen el armado y se vayan con Duhalde.
Hoy en La Nación, se hace hincapié en que la conducción política de Cristina es unilateral, y que no respeta la voluntad de muchos de sus socios, por ejemplo, afirman que ella va a elegir al vicegobernador que acompañará a Scioli, dejando desamparado al gobernador, que va a tener que seguir tragando sapos; o dejando fuera de juego a muchos que todavía sostienen ambiciones a futuro, ya que ante esto de colocarse Cristina como un puente intergeneracional, lo que está afirmando es que todas esas ambiciones se comenzarán a clausurar, para que el futuro sea para La Cámpora, o para cualquiera de todos los sectores más crispados.
Lo que en verdad les preocupa, no es más que con la reelección de Cristina, lo que se profundizaría necesariamente es el modelo, y obviamente la necesidad que esto conlleva de ir construyendo una fuerza política mucho más afín a esta necesidad de profundización. La dispersión o en todo caso la poca capacidad de seducción de las actuales fuerzas opositoras, seguramente tendrán en el lobby del Establishment una renovada línea de acción que no es más que volver a proponer el tan mentado poskirchnerismo, con una base actualmente externa como lo es el partido de Duhalde. No por nada afirman hoy en el diario de Mitre, que a todos los actuales integrantes del peronismo kirchnerista que no quieran aceptar la conducción de Cristina, lo único que les queda es el PJ disidente, y el caso de Cariglino les viene como anillo al dedo.

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