La acumulación del saber y la cultura en una sociedad caliente.

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Osvaldo Drozd

El etnólogo Claude Lévi-Strauss había diferenciado muy bien entre dos tipos de sociedades, las frías y las calientes. Las sociedades llamadas primitivas son un tipo de organización donde el tiempo parece transcurrir de otra forma y donde los cambios a pesar del paso de los siglos apenas alcanzan a evidenciarse. Las sociedades calientes en cambio van provocando mutaciones de manera ininterrumpida, sitio en el cual se desarrolla de forma inequívoca la historia; no sólo de las formaciones sociales, económicas, y políticas sino también del saber, la técnica y la ética. Es así como algunas manifestaciones del saber como son la ciencia y la filosofía, no son parte de la totalidad sino expresiones de determinados estadios históricos, a la vez sujetos a su transformación continua. En las sociedades calientes lo que constantemente se va actualizando son las formas en que la especie se integra al medio construyendo cultura, en un sentido abarcativo del término, a saber incluyendo los modos de producir, de conquista, de guerra, de dominación, de conocimiento, de legislación, de relación, etc.
En las sociedades frías la sabiduría está depositada en el consejo de los ancianos, ellos son los que a partir de la experiencia vivida han alcanzado un nivel de saber al cual los más jóvenes debieran acceder en el transcurso de la vida, siendo a la vez guiados por estos. El anciano la realidad que vivió desde su infancia evidentemente es casi la misma, y no sólo esto, sino que a lo largo de innumerables generaciones esa realidad siempre fue y será continua. La condición fría permite que la cultura se constituya en un proceso de acumulación ascendente y a la vez invariable. En las sociedades calientes también existe la acumulación ascendente pero también las rupturas, las discontinuidades y la desacumulación a favor de nuevas emergencias. Me animaría a decir que en estas últimas el proceso de transformación mantiene una autonomía con respecto a los sujetos que lo producen, y es por esto mismo que las mayorías, expresadas como diferentes generaciones, dan la imagen de ser portadores de saberes completamente distintos aún siendo partes de un único y mismo proceso. Es así que en nuestras sociedades, el anciano sea el que tal vez menos sepa, o por lo menos en ese presente, y que entre distintas generaciones se vayan construyendo subculturas diferenciadas, donde parecieran prevalecer factores corporativos distintos, aunque formen parte de una misma familia. Si bien la familia fue duramente cuestionada algunas décadas atrás hoy da la sensación de mantenerse intacta, y obviamente que esto es inmanente a la reproducción de una sociedad capitalista hoy muy afianzada a partir de la caída de los socialismos reales. Los jóvenes dirán que sus padres o sus abuelos no saben sobre ciertas modas o ciertos hábitos, aunque haya una tendencia actual a que los adultos no quieran envejecer, adoptando poses de los de menos edad, pero que son radicalmente diferentes a las de cuando ellos eran jóvenes. Es decir que el adulto que quiere parecer joven desacumula mucha de su experiencia pasada, y es en este tipo de mecanismo, el de desacumulación donde hay un elemento perverso que hoy pareciera uno de los centros de la reproducción ideológica.
Creo que hay alternativas al respecto, hay gente de mayor edad que sin desacumular casi nada, aún puede tener vigencia entre los de menos edad. Esto puede vislumbrase en ciertas figuras del arte, del rock, de la intelectualidad crítica y de la contracultura, en la reivindicación setentista, pero obviamente en esta sociedad no hay lugar para un consejo de ancianos.

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