Debates: ¿Y para adelante qué? Los desafíos de la nueva izquierda

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Movimientos populares, organizaciones estudiantiles, nuevas agrupaciones sindicales clasistas, medios comunitarios, grupos culturales, nos fuimos identificando en estos años con el nombre de izquierda independiente, generalmente haciendo referencia a esa izquierda heredera del 2001, de la rebelión popular que cuestionó la representación de los gobiernos neoliberales y que se propuso nuevas formas de representación política y de auto-actividad, poniendo la centralidad en la participación popular y directa en la toma de decisiones y la prefiguración aquí y ahora de la sociedad que queremos.

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Movilización Frente Popular Darío Santillán.

Por Frente Popular Darío Santillán 

Movimientos populares, organizaciones estudiantiles, nuevas agrupaciones sindicales clasistas, medios comunitarios, grupos culturales, nos fuimos identificando en estos años con el nombre de izquierda independiente, generalmente haciendo referencia a esa izquierda heredera del 2001, de la rebelión popular que cuestionó la representación de los gobiernos neoliberales y que se propuso nuevas formas de representación política y de auto-actividad, poniendo la centralidad en la participación popular y directa en la toma de decisiones y la prefiguración aquí y ahora de la sociedad que queremos.

Esta “izquierda independiente” siempre estuvo asociada a lo que NO queríamos (las formas de representación vacías, las estructuras tradicionales, la dependencia de estructuras fuertemente cuestionadas, desde los partidos políticos hasta los sindicatos, llegando al Estado). Hoy vemos que este espacio que viene construyendo poder popular hace tantos años, los hijos e hijas de la rebelión popular del 2001, debemos avanzar en los SI.

Entendemos que es tarea de nuestras organizaciones construir una identidad superadora que conserve lo mejor de los aprendizajes realizados y los pisos construidos, y avance en la proyección por la positiva de qué proyecto de país queremos y cómo lo vamos construyendo. Entendemos que dicha identidad debe ser producto de una síntesis dialéctica entre nuestra experiencia y recorrido como movimientos populares de nuevo tipo, nacidos al calor de la resistencia al neoliberalismo, de la crítica a las construcciones tradicionales, y de nuestras referencias históricas en la lucha por la liberación y la realidad actual de las experiencia más avanzadas de las luchas de Nuestra América en el camino emancipatorio.

No arrancamos de cero. Todas las prácticas del movimiento popular en sentido amplio, las experiencias y ejemplos de lo que queremos construir es parte del acumulado de nuestro pueblo: nuestras construcciones gremiales por la base y antiburocráticas, los bachilleratos populares, la pelea de los y las docentes por una educación pública y popular, la organización en las facultades, terciarios y secundarios, las experiencias de alfabetización, de educación en los barrios, en las cárceles, la economía sin patrón, cooperativa y popular, las experiencias de comunicación y cultura, las peleas y gestiones por mejorar nuestros barrios, entre muchas, muchísimas otras cosas.

Creemos que el desafío hoy es construir una nueva izquierda anticapitalista en Argentina, un nuevo proyecto de izquierda amplio, popular y latinoamericanista, no sectario ni oportunista. Vemos que hoy debemos recuperar, desde una matriz clasista y anticapitalista, las diversas tradiciones de lucha de nuestro pueblo, interpelando a las identidades latinoamericanas y nacional-populares. Esta nueva izquierda debe ser feminista, antipatriarcal y dotada de una sólida perspectiva de género, una izquierda comprometida con la defensa de los bienes comunes Una izquierda que se sienta interpelada por la vocación de la construcción y que apoye el proyecto del Socialismo del Siglo XXI y los gobiernos que la impulsan, sin perder la independencia organizativa y la capacidad crítica. Una izquierda que no pierda la perspectiva de la construcción de poder popular como horizonte estratégico.

Una izquierda democrática

La democracia interna, la apuesta al protagonismo directo de los y las de abajo en todas las instancias de lucha y organización, son fundamentales en nuestra construcción política. Nuestra experiencia nos llevó a distanciarnos de lógicas horizontalistas y de críticas abusivas contra toda forma de representación política. Sin democracia interna no puede haber una organización anticapitalista consecuente, porque únicamente puede avanzarse hacia la superación del capitalismo a partir del protagonismo directo del pueblo trabajador organizado. La democracia de base resulta fundamental a la hora de pensar y repensar nuevas formas organizativas para los ciclos históricos que se abren.

Una izquierda  popular, latinoamericanista, clasista y feminista

En la mayoría de las experiencias históricas de Nuestra América el protagonismo decisivo de la izquierda anticapitalista no ha provenido de las variantes obreristas, sino de las corrientes que supieron desplegar un clasismo “contaminado” de elementos indigenistas, nacionalistas, populares, latinoamericanistas, antiimperialistas y descoloniales.

Creemos que debemos dar un debate serio acerca de cómo pensar esa síntesis de clasismo y latinoamericanismo, antiimperialismo, indigenismo y nacionalismo popular. Una síntesis, en la que también el feminismo, el antipatriarcado y la política de géneros son indispensables. Hablamos de un clasismo mestizo dispuesto a contaminarse con las diversas identidades y tradiciones que movilizan a nuestro pueblo trabajador, y lo orientan hacia una nueva perspectiva de país, de Continente, hacia un nuevo horizonte socialista.

Nos diferenciamos de la izquierda obrerista en relación a su visión de la “cuestión nacional”, pero también discutimos con quienes se integran a gobiernos reformistas, burgueses o de centro en nombre de una supuesta prioridad de las “tareas nacionales” por sobre las anticapitalistas.

No creemos que la “burguesía nacional” pueda conducir, o siquiera acompañar, al pueblo en el camino de la liberación nacional y social. Los vínculos de toda burguesía con el capital transnacional son imposibles de cortar porque constituyen a la burguesía como tal. En otras palabras, como decía el Che, la burguesía nacional no existe. Creemos que únicamente el pueblo trabajador, cultivando la independencia de clase, puede organizarse contra el imperialismo. Vemos entonces una coincidencia entre las tareas antiimperialistas, nacionales y anticapitalistas, reafirmando la necesidad de sostener la independencia de clase a la hora de organizarnos.

La Patria es América

Consideramos que los últimos diez años han demostrado la importancia de los procesos latinoamericanos en curso, así como la centralidad que tiene la cuestión regional para nuestro país y para los pueblos en lucha en cada uno de nuestros territorios. Vemos que es cada vez más importante lo que suceda a nivel regional, tanto a nivel de los gobiernos como de los pueblos. Nuestro apoyo al ALBA y a los gobiernos que, con todas sus contradicciones, se han enmarcado en la voluntad de construir el Socialismo del siglo XXI, no es un apoyo con orejeras ni nos impide plantear claramente cuáles son los límites y dificultades. Pero ese apoyo parte de la convicción de que en Venezuela, Cuba y en Bolivia se está definiendo el futuro de Nuestramérica, y que los pueblos y los nuevos movimientos populares encuentran ahí el refugio y la perspectiva de un nuevo camino emancipatorio.

A 12 años de la rebelión popular de 2001

En estos últimos diez años los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner han tenido éxito en la recomposición del Estado capitalista y de sus instituciones. Se legitimó el rol del Estado como “árbitro” entre distintos sectores y hay una valoración de las elecciones como espacio de legitimación de los gobiernos.

Una década después, los movimientos populares repensamos la integralidad del poder popular, la necesidad de una combinación entre la indispensable ampliación de los órganos de base fundados en el protagonismo directo del pueblo trabajador y el despliegue de las iniciativas políticas (incluso superestructurales y electorales) que den la mayor proyección y dinamismo a la lucha de clases. Al mismo tiempo, la propia maduración de las organizaciones de la nueva izquierda provee algunos terrenos firmes sobre los que redoblar apuestas y profundizar líneas de avance.

Nuestra tarea es la construcción de una alternativa política y un proyecto social emancipador para el conjunto de nuestro pueblo que se plantee como una disputa integral y contrahegemónica. Para la etapa en curso vemos que se debe tener algún tipo de intervención política que permita ofrecer al conjunto de los sectores subalternos un proyecto de sociedad global ligado a alguna forma de disputa en el Estado. Vemos la apuesta electoral como un momento más para la construcción de una alternativa política  que remite a la capacidad de iniciativa, acción, organización y propuesta para el conjunto de los sectores populares. Vemos a su vez que el fortalecimiento de la fuerza social organizada y de los embriones de poder popular tiene una importancia determinante ligada a lo anterior.

El fundamento estratégico de nuestra construcción no está en las elecciones sino en la creación de una nueva institucionalidad en los barrios, sindicatos y ámbitos de estudio. Por eso creemos además que la intervención en el plano electoral debe basarse en nuestras construcciones de poder popular, erigidas en los territorios humildes y los sindicatos. Es necesario usar la disputa electoral como instancia para visibilizar y referencias las construcciones cotidianas donde el pueblo trabajador es protagonista directo de sus luchas y su vida, tensionando y cuestionando la lógica delegativa de la democracia capitalista.

Nuestra experiencia y referencia más cercana en este sentido es la realizamos este año en Rosario con los compañeros y compañeras del Movimiento Giros y la Unión del Pueblo, con quienes constituimos el Frente para la Ciudad Futura.

Creemos que los movimientos populares tenemos dos grandes desafíos en esta etapa. El primero es avanzar en la construcción de esa izquierda popular en nuestro país, en procesos de debate y de unidad sólidos y honestos que también vayan prefigurando, aquí y ahora, lo que queremos construir. Las dificultades de avanzar en procesos de unidad como campo popular son responsabilidad colectiva y los errores y aciertos de uno y otro afectan al conjunto de nuestro espacio político. Cada uno se hará cargo de la responsabilidad y el rol que tuvo, tiene o tendrá en esta materia. En nuestro caso, y con una ruptura de nuestra organización este año, hacemos una evaluación crítica de las dificultades para avanzar en procesos de debate y de unidad sólidos, y consideramos que es responsabilidad de nuestras organizaciones y movimientos avanzar con la claridad y honestidad necesarias en los debates de la nueva izquierda, así como en las diferencias, para que los procesos de unidad y de avance tengan la solidez que requiere la etapa por venir.

En segundo lugar, analizamos que los patrones de acumulación de estos años, la crisis económica internacional, la suba de la inflación y los debates de los sectores económicos dominantes (cuándo y cómo será el ajuste) nos obligan a elaborar respuestas ante un posible escenario menos permeable a los intereses populares.

Los órganos de poder popular, la lucha callejera y la correlación de fuerzas para enfrentar un posible ajuste son tareas también centrales. Probablemente en los años venideros las tareas  del pueblo trabajador pasen por la articulación entre luchas callejeras sostenidas desde la creación de poder popular en los barrios, sindicatos y centros de estudiantes (con herramientas masivas) y la disputa política (y también parlamentaria) por la referencia simbólica de un proyecto político integral anticapitalista y antiimperialista. Nuestra intención es aportar a esas tareas, junto a muchas otras organizaciones del campo popular.

Nuestra tarea entonces, es seguir aportando, desde los desafíos que hoy se nos presentan, y proyectando los desafíos de la Etapa que se abre, hacia el movimiento político y social que desde un horizonte socialista pueda aportar al proceso de liberación en nuestro pueblo. En eso estamos y por esa senda, la del largo camino hacia los pueblos libres, seguiremos.

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