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Por Nadia Erice  bitacora

Nuestra joven colega, y colaboradora, Nadia Erice, nos invita a una relectura de su experiencia personal en la movilización del 1 de marzo de este año. Nadia, como muchos jóvenes de la región, se movilizó por cuenta propia y con el ánimo de sentirse parte de un proyecto político. Independientemente de las perspectivas ideológicas, su intervención señala que una nueva generación de jóvenes ha comprendido que “la política” es la herramienta necesaria para la transformación de la sociedad en la que vivimos. Aquí sus letras:

– Te paso a buscar y vamos?

– No preferís que vaya yo y salimos?

– No me cuesta nada, te paso a buscar. Tenés mate no?

– Obvio! Mañana te espero.

Y el domingo 1 de marzo Cristina inauguró por última vez en su mandato, las sesiones ordinarias en el Congreso.

A las 10.30 de la mañana, emprendimos el camino hacia la autopista BsAs _ La Plata para ir directo a la Plaza de los Dos Congresos.

Tomando mates un poco lavados, el tema de conversación durante el viaje, fue la admiración ante la gran cantidad de micros, agrupaciones, colores y banderas, que vivían una fiesta. Que emanaban alegría. Que veían pasar un auto con la bandera Argentina, y comenzaban los bocinazos de aliento.

El ambiente estaba perfumado de triunfo. El triunfo de la Democracia.

Bajamos de la autopista y estacionamos en Avenida Belgrano, casi llegando al bajo.

Caminamos como paseando, discurriendo sobre las posibles tácticas y estrategias políticas pos-Cristina. Qué alianzas nos gustarían. Y cuáles no serían continuadoras del Proyecto Nacional y Popular.

Entre charla y debate llegamos a Plaza de Mayo y doblamos hacia Av. de Mayo.

Ese tramo lo hice mirando hacia arriba, como pidiendo que no lloviera, pero al mismo tiempo sabiendo que la lluvia sólo le pondría más mística al encuentro.

De repente me encontré observando los balcones con personas asomadas, con sus celulares y cámaras de fotos. Espectadores privilegiados en la platea de la Avenida.

El común denominador de todo el evento, fueron las familias con bebes a upa y en cochecitos. nenes y nenas más grandes, que se las rebuscaban para jugar con lo que encontraran.

La caminata por Avenida de Mayo, que ya nos había llevado hasta casi la 9 de julio, se detuvo ante el repentino movimiento de oficiales de la Federal (y amigos que seguían por TV el Acto, nos avisaban por mensajes de texto) que la Presidenta ya estaba circulando hacia el Congreso en el auto presidencial, por esa calle.

Necesito detenerme en esta circunstancia, pidiendo disculpas de antemano por la autorreferencialidad y el sentimentalismo.

Pero vale la pena para ilustrar, para esperanzar, de que lo bueno puede pasar más de una vez.

Me refiero a que, cuando tuve el auto presidencial adelante mío, y la vi a Cristina, con su pulcritud y su belleza, no pude pensar en otra cosa que en la historia que mi abuela me contó alguna que otra vez.

Y pude armar un paralelismo, retrotrayéndome hacia el momento en donde la joven Pampa (mi abuela) fue a verla a Evita, pasar por la calle principal de Ensenada. Y quedó obnubilada con su belleza. Con su imponente investidura, que la hizo Peronista toda su vida.

Porque con el peronismo mis abuelos pudieron comprar su casa.

Porque mi abuelo vivió como trabajador la época gloriosa de YPF, hasta que se jubiló en el 91. Antes de la debacle privatizadora.

Me detuve en este recuerdo, para justificar la fe que se tiene en este proyecto.

Porque fuimos 400.000 personas ahí. Pero sonos muchos más.

Somos los que festejamos la posibilidad de pertenecer.

El discurso fuerte que legitima a este Gobierno, es el del peronismo de la justicia social y la soberanía económica. El del Amor, el de la Patria.

Significantes que se apropiaron de todos los que creemos en una Argentina más equitativas. y en un gobierno que hace, no habla. un.

Gobierno que hace uso de la plenitud del sistema democrático, declarando cada peso gastado. o mejor dicho, invertido.

Si Néstor fue un gran estratega, Cristina es la gran estadista. La que responde con pruebas y números. Esos números que el positivismo liberal necesita para comprobar empíricamente que lo que se dice es cierto.

Pero si bien los números hablan por si sólos, es necesario hacer hincapié, en que la retórica de Cristina es perfecta.

La retórica de la inclusión, eso que molesta tanto a algunos sectores que pretenden seguir construyendo un país para ellos solos, que pretenden pibes analfabetos como chivos expiatorios de la inseguridad, antes que permitirles tener las mismas posibilidades que poseen sus propios hijos. Desean la muerte de una Presidenta, cuyo único delito, fue establecer como política de estado, el gasto público.

Invertir para la equidad, gastar para disminuir la mortandad de madres y bebes recién nacidos.

Gastar para que las jubilaciones sean de los jubilados, y no de empresas privadas. Gastar para que en no muchos años, seamos nuestros propios servidores de internet, con el Arsat I. Gastar en producción, para que hay mas trabajadores y empleados. Gastar para producir nuestra propia energía.

Invertir en programas que incentiven el consumo, para evitar que se corte la cadena productiva. Porque si la gente no compra, el comerciante no vende, y si no vende, no produce. Y si no produce, no emplea trabajadores.

Para el sector que necesita empujar la frontera del Odio, y manejan un sentido poco semántico del concepto de Patria, negar estos avances es práctica diaria.

Cristina no interpeló en su discurso a la clase media. No estamos hablando de un enfrentamiento de clases. Estamos atravesando en Argentina un momento en donde lo que discutimos son modelos de país, modelos estratégicos de políticas.

Por un lado estamos nosotros. de este lado, del lado de lafrontera del Amor. En una Plaza que suena a carnaval o cancha, con los redoblantes dándole ritmo al agite de las banderas. Banderas de todos los colores que bailaban la danza de la lluvia. Porque llovió, y mucho.

No estamos en octubre. Pero por segunda vez en la historia, un Gobierno recibió la Lealtad de SU pueblo. Y no es casual que sea otro Gobierno Peronista.

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