Algunas claves para entender la integración suramericana.

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Osvaldo Drozd

Si bien hoy la avanzada de la integración de la América indiolatina se desarrolla principalmente en Sudamérica, habría que comenzar a pulir algunas definiciones, como serían por ejemplo definir que este conglomerado comienza al sur del Río Bravo y no más al sur, y a su vez entender que aún hoy quedan en esta región muchos enclaves estratégicos que permiten todavía una relativa subordinación al gigante del Norte.
El desarrollo de políticas autónomas en la región es visto por muchos, y creo que de una manera simplista como un abandono del patio trasero por parte de los EEUU.
La unipolaridad emergente tras la desarticulación de la URSS y la caída del Muro de Berlín, que propició la globalización y el neoliberalismo, no pudo sostenerse en el tiempo porque surgieron de las entrañas mismas de la competencia capitalista, nuevos actores hegemónicos como China, la Federación Rusa e India que de forma gradual fueron poniendo en escena un tablero multipolar, que fue socavando no solamente la hegemonía del mundo occidental sino también su predominio económico. Pensar que la actual integración suramericana es el resultado exclusivo de la buena voluntad de los nuevos líderes del SXXI, y del abandono del patio trasero, sería considerar solamente una parte, sin entender el principal elemento que opera en esta nueva relación de fuerzas.
El Director de Eurasia, Revista di studi geopolitici, publicada en Italia, el sociólogo Tiberio Graziani, quien considera como actores hegemónicos a los EEUU, Rusia, China e India, y a los nuevos actores sudamericanos como emergentes, dice bien en un documento titulado: Una aproximación geopolíca de la crisis económica del Sistema Occidental (2009), que: “Entre los nuevos actores que emergen, debería necesariamente incluirse a Brasil, Argentina y Venezuela. Como es sabido, en los últimos años estos países –alguna vez parte del ´patio trasero` estadounidense– vienen afirmando sus relaciones estratégicas con los más importantes Estados euroasiáticos: China y Rusia, y algunos países de Oriente Medio, entre ellos Irán, con el objetivo de participar en forma activa en el cambio geopolítico global de la unipolaridad a la multipolaridad. En este nuevo contexto de relaciones estrechas, entre países con abundantes recursos energéticos y materias primas, Brasil, Venezuela y la Argentina deberían resistir las consecuencias de la crisis ´global`.» Mientras que en otro artículo llamado: Rusia clave de bóveda del sistema mutipolar (2010), el mismo Graziani sostiene que: “Los actores emergentes aumentan sus grados de libertad en virtud de las alianzas y de las fricciones entre los miembros del club de los hegemónicos así como de la conciencia geopolítica de sus clases dirigentes.
El número de los actores emergentes y su colocación en los dos hemisferios septentrionales (Turquía y Japón) y meridional (países latinoamericanos) además de acelerar la consolidación del nuevo sistema multipolar, trazan sus dos ejes principales: Eurasia y Américaindiolatina.”
El surgimiento de la Unasur, y su consolidación tienen como actor principal a Brasil y como socio estratégico a la Argentina. Brasil es miembro del BRIC, junto a tres actores hegemónicos (Rusia, China e India) y este organismo multilateral si enrolara a nuevos socios los primeros que se sumarían serían tanto Turquía como la Argentina. El desarrollo tanto de Unasur, como del Mercosur, o el Alba, solamente pueden comprenderse a partir de la nueva configuración mundial, donde se va imponiendo la multipolaridad y donde el mundo occidental cayó en una crisis profunda tanto económica como cultural.
Los medios hegemónicos como la oposición política en nuestro país nos quieren vender la idea de que la Argentina se encuentra alineada con el «eje del mal» sudamericano (Venezuela, Bolivia y Ecuador) y que tanto Brasil como Uruguay son de otra raigambre, intentando alinear a estos últimos dos países con el eje del pacífico, donde aún priman las derechas tanto en Chile, Perú o Colombia. Lo que intentan mostrar es justamente el revés de la estrategia de unidad sudamericana, donde Brasil es pieza indeclinable junto a la Argentina. Lo que los medios y políticos locales desinforman y manipulan no es algo que los estadounidenses desconozcan y reconozcan como problemático para sus aspiraciones en nuestra región. El pasado febrero la Agencia Associated Press publicaba esta nota que es demasiado explícita al respecto, y la cual debiera tenerse bien presente:
«EEUU: Ideología limitará efectividad de Unasur

WASHINGTON — Los esfuerzos que buscan reducir la influencia estadounidense en América Latina han ganado espacios, pero diferencias ideológicas y rivalidades regionales limitarán la efectividad de organizaciones como Unasur, dijo el jueves el director de Espionaje Nacional durante una interpelación legislativa.
James Clapper indicó al comparecer ante el comité de espionaje de la cámara baja que Caracas y sus aliados del Alba se unen para evitar el consenso en la OEA, pero «el deterioro de la economía venezolana y su decreciente popularidad en su país y en el extranjero han limitado su capacidad de ejercer influencia más allá de su grupo de aliados».
Clapper señaló que Brasil probablemente seguirá usando su estabilidad política y éxito económico para convertir a Unasur en el mecanismo principal para seguridad y resolución de conflictos regionales «restándole espacio a la OEA y a la cooperación bilateral de Estados Unidos».
«También buscará usar la organización para presentar un frente común contra Washington en política regional y asuntos de seguridad», agregó.
Clapper presentó su evaluación sobre América Latina en esta audiencia legislativa sobre las amenazas globales, considerada una de las más importantes del año porque sirve al director de Espionaje Nacional para presentar las prioridades de los 16 organismos estadounidenses de espionaje y fija el temario para los comités legislativos que deben escoger cuáles temas abordar y cuáles programas financiar.»

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