Gobierno y Poder- Una distinción clave

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Osvaldo Drozd

En la entrevista que le realizara Alejandro Fantino, al vicegobernador Gabriel Mariotto, durante el programa televisivo Animales Sueltos se pudo escuchar como pocas veces, un esbozo muy claro de línea política. Si bien hoy es un lugar común enunciar consignas como: “Profundizar el modelo”, “Revalorizar la política”, o “Ir por más”, muy pocas veces existen planteos que apuntan a la construcción de una guía para la acción militante, más allá de saludar las políticas que lleva a cabo el gobierno nacional. Pareciera de esta forma que el rol de la militancia estuviera solamente supeditado a movilizarse por los logros de la gestión, pero sin tener un horizonte claro de cómo seguirla. Tener una línea política, es aún un déficit para las organizaciones de base, y es por esto que las declaraciones de Mariotto llevan consigo una impronta sumamente válida. No voy a transcribir literalmente lo enunciado por el vicegobernador, sino intentar desmenuzar algunos conceptos válidos para la acción política.

Gobierno y poder

Si bien esta es una distinción que cualquier cuadro político conoce, y mucho más los que vienen de viejas militancias, es bueno escuchar la diferencia aplicada a los tiempos que corren. La izquierda peronista de los ’70 enunciaba: “Con los votos al gobierno, con las armas al poder”. Llegar al poder era el imperativo por el cual, había que destruir todo el orden oligárquico e imperialista, para sentar las bases de un nuevo poder, el de los trabajadores y el pueblo para romper definitivamente con la dependencia. La experiencia del ’55 ameritaba la estrategia de asalto al cielo, y el golpe del ’76 demostraría largamente que los poderosos no se rendirían sin resistencia, sino más bien que estaban dispuestos a aniquilar a las fuerzas populares.

La experiencia democrática en el ’83 nació débil, y los gobiernos que se sucedieron sucumbieron al lobby de los poderosos. Radicales y peronistas (vaciados de la doctrina nacional) sucumbieron con la crisis de 2001, donde el pueblo les pidió “Qué se vayan todos”. El kirchnerismo es el emergente social y político de la sociedad argentina que en el 2001 estalló en mil pedazos.

Para Mariotto, Néstor Kirchner vinó a recuperar las banderas del movimiento nacional y popular tal como se concibieron en el lapso comprendido entre el ’45 y el ’55. Se alcanza el gobierno y se lo utiliza como un instrumento para combatir al poder, y si la reacción oligárquica hoy no es como en la segunda mitad del siglo pasado, es porque se está efectuando un afianzamiento de la democracia. El kirchnerismo al igual que el primer peronismo es un frente donde confluyen diferentes opciones políticas, el peronismo es frentista y factor de unidad en la diversidad. El vicegobernador es tajante: no se puede ser peronista sin ser kirchnerista, pero se puede serlo proviniendo de otras matrices ideológicas, como en el peronismo inicial donde confluían laboristas, socialistas, anarquistas, nacionalistas y radicales. Pero lo importante es el proyecto: enfrentar al poder de las corporaciones, ese poder al cual otros gobiernos se sujetaron. El kirchnerismo se concibe como un tipo de gobierno que no deja por fuera las convicciones más profundas de la emancipación nacional y social. El gobierno es de tal forma el instrumento para construir paulatinamente y de forma gradual, la justicia social para las amplias masas populares.

Sin dudas en el medio del enfrentamiento, se encuentra la revalorización del Estado, como palanca clave para el desarrollo autónomo, y esto conlleva un pasaje desde un modelo agroexportador o simplemente de factura de materia prima o commodities, para comenzar a sustituir importaciones e industrializar toda la cadena de producción, tal como la presidenta propuso con el esquema de industrializar la ruralidad.

Hoy la construcción de la fuerza política apta para llevar adelante el proceso, necesariamente debe hacerse desde la confianza, es decir, ir sumando y formando a los cuadros y militantes que no se dejen seducir por los cantos de sirena del poder, y estén dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias, por una patria justa, libre y soberana.

 

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