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Argentina vs Gran Bretaña: tomando partido

EDITORIAL MO/WW (Mundo Obrero-Workers World), del Partido Mundo Obrero. 27/2/2012

El gobierno argentino presentó una protesta formal ante las Naciones Unidas el 10 de febrero sobre la militarización por Bretaña de las Islas Malvinas — el territorio en el Atlántico Sur que los británicos llaman las «Falklands». El canciller argentino dijo que los británicos desplegaron a la región un buque de guerra moderno, aviones de combate sofisticados y un submarino nuclear. Estos aviones pueden llegar hasta América del Sur sin tener que reabastecer el combustible.

Eso significa que se está gestando otro enfrentamiento por la posesión de estas islas. La última, hace 30 años, involucró una guerra entre Bretaña y Argentina que duró dos meses y costó la vida de 350 soldados británicos y 650 argentinos. La lucha actual implica no sólo orgullo nacionalista, sino el saqueo británico del petróleo en las aguas regionales.

La lucha de las Malvinas ha recibido poca cobertura de prensa en los últimos 30 años fuera de Argentina y Bretaña. Es importante examinar el asunto para explicar por qué es importante que los/as anti-imperialistas tomemos partido en la disputa por las Malvinas, tanto en 1982 como ahora.

Workers World/Mundo Obrero apoyó el reclamo de Argentina sobre las Malvinas en 1982, y hoy nuevamente lo hacemos. Esencialmente, esta lucha es entre Latinoamérica por un lado y el imperialismo británico — un socio menor del imperialismo estadounidense — por el otro.

Todos los países latinoamericanos y del Caribe han apoyado el derecho de Argentina sobre las Malvinas. También las organizaciones regionales de MERCOSUR, UNASUR, ALBA, CELAC, Grupo de los 77, además de China y el Movimiento de Países No Alineados, han hecho declaraciones en apoyo a la Argentina.

Es importante aclarar la naturaleza de esta confrontación. La pérfida oficina británica de asuntos extranjeros trata de disfrazar la acción de Bretaña a tener derecho al territorio en Latinoamérica con la defensa de la «autodeterminación» de los/as 3.100 habitantes de las Malvinas. Muchos/as de estos/as pobladores/as se identifican como británicos/as o al menos como una extensión de Bretaña.

Las Falklands, como los imperialistas las llaman, es una de las posesiones restantes del infame imperio británico que hasta la Segunda Guerra Mundial gobernó y saqueó gran parte del mundo.

El argumento británico es más o menos el mismo que el imperialismo estadounidense utilizó en Panamá antes de 1979 — EE.UU. tenía que mantener el control de la Zona del Canal de Panamá para defender la «autodeterminación» de los/as habitantes estadounidenses en la Zona, es decir, los/as ciudadanos/as estadounidenses que se establecieron en territorio panameño ocupado por EE.UU. alrededor del canal. O el mismo argumento del imperialismo francés que aduce tener que poseer Kanaky («Nueva Caledonia») en el Pacífico Sur para defender los derechos de los/as colonos franceses en contra de los/as Canacos indígenas — y no para explotar los yacimientos de níquel en la isla.

La «libre determinación» para los imperialistas no es un principio de protección de los derechos de los/as oprimidos/as, sino un pretexto para ampliar el dominio imperialista.

Es esclarecedor examinar los acontecimientos de 1982. El régimen argentino era una junta militar que masacró una generación de jóvenes revolucionarios/as. Antes del conflicto, la junta tenía el apoyo total del imperialismo estadounidense, la complicidad de la CIA, y el apoyo sincero de la feroz anti-comunista Jeanne Kirkpatrick, entonces embajadora de EE.UU. ante la ONU.

Luego, el 2 de abril de 1982, la junta ordenó a las fuerzas armadas argentinas recuperar las Malvinas, que los británicos en enero de 1833 arrebataron al entonces nuevo e independiente gobierno argentino y que las ha poseído desde entonces.

Bretaña atacó. Después de una leve vacilación, las potencias imperialistas cerraron fila detrás de Bretaña. Hasta Kirkpatrick tuvo que renunciar a su pasada relación cercana a la junta militar argentina. El espionaje y las comunicaciones estadounidenses ayudaron a Bretaña. El imperialismo francés, que había vendido armas a la Junta, ayudó al ejército británico.

Fortalecida por su victoria en el Atlántico Sur, la primera ministra británica Margaret Thatcher, abrió fuego contra la clase obrera británica, especialmente contra los mineros. Por otro lado, la junta derrotada, pronto fue abolida por el pueblo argentino.

Las fuerzas progresistas y revolucionarias del mundo, a pesar de su odio a la Junta Militar argentina, apoyaron el derecho de Argentina a las Malvinas en 1982. Ahora nuevamente lo están haciendo y nos unimos a ellas.

 

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