Asumió Cristina: Quien quiera oír que oiga, quien quiera ver que vea

El Árbol
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Sintonía Fina
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Cristina se mueve como pez en el agua. No le queda mal ese trajecito oscuro cuyo diseño solamente puede ser explicado por las mujeres, verdaderas sabedoras de estos menesteres. Luce grácil, morena, y con el peso de la historia en sus hombros. Y sin embargo avanza con una naturalidad formidable.

En un asunto tan magnánimo como la asunción de su segunda presidencia, los asistentes esperan las formalidades del caso, las declaraciones de ocasión, las alusiones obvias. Pero no. Cristina desliza sutilezas y marca el terreno a los distintos actores sociales al pedir, por ejmplo, que si no cumple con sus objetivos políticos que «Dios, la Patria y él me lo demanden». Es evidente: Néstor Kirchner está presente; anclado en esos pensamientos que la arrollan, que la sacuden, en una jornada que recuerda que este país alguna vez no tuvo prejuicios en salir a la calle a festejar la asunción de un presidente. Porque allá, afuera del Congreso, las columnas coloridas de militantes populares blanden banderas y pancartas con leyendas que recuerdan que su gobierno es un gobierno popular.

No hay lugar, en este día histórico en el que la democracia se yergue más firme que nunca, para las interpretaciones equivocadas. No habrá titulares que aludan a una supuesta “revancha generacional”, pues la historia confirma que esa franja etárea, tan dinámica en los años 70, cumplió con sus consignas. Por el contrario, Cristina lo sabe y no da de comer pescado a las nutrias. Aunque siempre tendrá un lugar destacado en su agenda, la defensa de los Derechos Humanos. Y así lo recuerda emocionada cuando habla de la generación diezmada. Entonces recuerda a Ana Teresa Diego, estudiante de astronomía desaparecida durante la dictadura militar, y la decisión de la Unión Astronómica Internacional de bautizar con ese nombre a un asteroide descubierto por un científico argentino ( ver http://www.youtube.com/watch?v=sFLNyNu2ciE).

Y entonces se desplaza escoltada por una multitud que de un lado y otro de la Avenida de Mayo la saludan, le acercan camisetas, se arriman para besarla, para darle muestras de afecto, baja y baila al ritmo de las batucadas. Allí, mientras la temperatura ambiente y del cemento porteño comienza a subir, se puede ver la textura argentina, la multiplicidad de rasgos y tonalidades que sintetizan al pueblo. No hay espacio para análisis de otro tipo cuando lo que se festeja es el fortalecimiento y la profundización de la democracia. Cuando la gente da rienda suelta a la alegría y la mojigatería queda de lado. En eso Cristina es clara. Lo dice cuando desenvuelve como un látigo su línea argumental para destacar que ella es la presidenta de todos “los argentinos” y no de “las corporaciones”. O bien señala que la Constitución Nacional garantiza el derecho de huelga, pero no admite un uso abusivo al punto de la “extorsión” o el “chantaje”.

Hace, en el medio de esa jornada inolvidable para propios y ajenos, un día de fiesta popular. Porque sabe con la certeza de la experiencia de estos años, que los medios de información, salvo las excepciones de siempre, se quedarán anclados en lo menos importante del día: si Moyano estuvo, o no, presente, sus lecturas políticas; si Cobos le colocará la banda, o será algún legislador del oficialismo, entro otras.

De hecho sus titulares lo explican así: “Cristina inicio su nuevo mandato con críticas y escasos anuncios”; “Con la mira en la economía, la presidente advirtió a los gremios”, “Todo es de ella”. Líneas editoriales que, con posiciones políticas fijadas, destacan un supuesto enfrentamiento con la conducción de la CGT y la falta de propuestas de gestión, su preocupación por el rumbo de la economía, o bien la concentración del poder en sus manos.

Se sabe, uno de los pilares fundamentales del proceso político iniciado en 2003 ha sido el crecimiento económico sostenido del PBI. El mismo tuvo un promedio del 8% anual y ha sido la clave de los lentos cambios estructurales de la economía argentina. Sobre la especie abunda información en los archivos de los diarios de alcance nacional. Lo de Moyano o Cobos es casi anecdótico. Cobos tendrá  menos trascendencia que el presidente José María Guido y Moyano sigue teniendo un peso importante dentro del contexto de los actores sociales del país, no sólo porque conduce la CGT sino porque es el referente del poderoso gremio de los camioneros.

Y otra vez, en el medio, el pedido de la sanción de leyes consideradas claves para los próximos años, el Plan Estratégico Alimentario, o la industrialización de la ruralidad.  “Mientras haya un solo pobre en la Argentina, no estará cumplimentado el proyecto nacional y popular”, exclama. “Vamos a seguir trabajando con todos y por todos por una Argentina más justa, más equitativa y más solidaria”, concluye en el marco de una fiesta que convierte a la argentina en una protagonista de los tiempos que corren en el mundo.

 

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