“El Tranvía”, dos meses y la disputa por el sentido de la palabra

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Walter Barboza

Estábamos conversando con Osvaldo Drozd cuando de repente una suerte de “epifanía” medió en el diálogo que teníamos. “¡Y sí hacemos una revista digital!”, le solté. Osvaldo no lo dudó ni un segundo, pues el asunto venía a saldar una vieja deuda que teníamos desde que comenzamos a militar con mayor fuerza a partir de la crisis de diciembre de 2001. Por aquellos días aciagos, nadie estaba en condiciones de desarrollar sus propios dispositivos de comunicación e información, pero teníamos en claro la necesidad de comenzar a construir una prensa que rompiera con el modelo comunicacional hegemónico que imperaba por esos años. De hecho ello nunca ocurrió, sólo intentos vanos que no podían ajustarse a la realidad. Es que ni siquiera nosotros pensábamos que estábamos viviendo una nueva fase de una revolución tecnológica sin precedentes. Así que la idea quedó suspendida hasta nuevo aviso. Pero ello era tan sólo un detalle, si teníamos en cuenta que la etapa que siguió a la crisis de 2001 fue de suma confusión e inestabilidad política. Fue entonces que el proceso político iniciado en el año 2003, fue lentamente generando las condiciones para la confluencia de sectores y expresiones políticas provenientes de distintas matrices culturales. Así fue que casi sin darnos cuenta, y por razones de una distancia que no viene al caso describir, estábamos juntos nuevamente en el lugar de origen.
Entonces bastaron dos o tres ideas para comenzar a trabajar en el asunto. La primera de ellas era básicamente comenzar a disputar en un escenario en el que el campo popular se vio derrotado permanentemente. El balance siempre desfavorable de una prensa que construye escenarios favorables a los intereses económicos de las corporaciones que se fortalecieron al calor del neoliberalismo. La segunda: comenzar a construir un dispositivo informativo que acompañe el proceso político desde la reflexión y el análisis (allí quizá siempre nos quedemos a mitad de camino). Y por último: romper con la lógica reproductivista del modelo comunicacional hegemónico. Este punto es un verdadero desafío, pues implica reestructurar una mirada naturalizada que, desde su práctica cotidiana, construye “micro-realidades” que resultan similares a las que construyen los medios nacionales. Aquí siempre impera la lógica que define lo “qué es noticia” y lo qué “no”.
No quedaba más remedio, entonces, que apurar los pasos para la creación de una revista digital de Berisso que hoy apenas ha nacido. Son tan solo dos meses de un espacio que intentaremos fortalecer con el correr de los días y que se encuentra fuertemente alentada por las 4.937 visitas que recibimos al momento de escribir esta editorial. Que se nutre con el aporte de nuestros amigos, compañeros de militancia y gente cercana desde el punto de vista político e ideológico. Con yerros, pero con honestidad intelectual, con miradas originales y con miradas que reafirman y fortalecen lo que otros piensan, que intenta informar, pero también aportar experiencia de vida, que espera que sus lectores pueden encontrar en ella un espacio para la difusión de sus ideas, atentos a que en este fenomenal proceso político podamos encontrar una síntesis política, ideológica y cultural que nos permita construir una nueva matriz que tenga en claro la necesidad de pelear por un país justo y equitativo.
La hora impone la necesidad de desarrollar herramientas comunicacionales que se dirijan en ese sentido, porque creemos, fundamentalmente, que nos merecemos otro tipo de periodismo.
A todos los que en la vida cotidiana nos acompañan muchas gracias, porque esa compañía nos alienta a seguir pensando contenidos y la forma de avanzar con esta idea en el largo plazo.

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